Comandante de Infantería, segundo jefe del II Batallón del Regimiento de Infantería "Melilla" núm. 59, muerto al frente de Sidi Dris.

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 9 de julio de 1923 (Diario Oficial núm. 150) por el valor demostrado al frente de la defensa de Sidi Dris entre los días 22 al 25 de julio de 1921.


Comandante D. Juan Velázquez y Gil de Arana

Durante los días 22 al 25 de julio de 1921, el comandante D. Juan Velázquez y Gil de Arana, del Regimiento de Infantería "Melilla" número 59, tomó parte en los combates para la defensa de la posición de Sidi Dris, como jefe de la misma. La guarnición a sus órdenes la componían una compañía del Regimiento de Infantería Ceriñola núm. 42, otra de ametralladoras, una sección de fusiles del Regimiento de Melilla, una batería de Artillería, un destacamento de 12 hombres de la Compañía de Mar de Melilla, algunos soldados de Intendencia y 50 policías, más unos 80 hombres que, procedentes de Talilit, ingresaron en Sidi Dris, o sea, un total de 350 hombres.

El primero de los dichos días fue cercada aquella posición por el enemigo, atacándola con verdadera rudeza, llegando hasta las alambradas, dando lugar al asedio, primero a la escasez de agua y después a la falta absoluta de ella. El comandante Velázquez, durante la defensa, recorría contínuamente el parapeto, dando ejemplo con su valor y entereza a las fuerzas a sus órdenes, consiguiendo mantener elevado el espíritu de ellas, que rechazaban los ataques del enemigo; la defensa continuó sin que la falta de agua, de la cual se careció durante cuatro días, ni la escasez de víveres, ni el insoportable hedor producido por las caballerías muertas fuera de las alambradas, ni las enfermedades, ni menos los citados ataques del enemigo, fuesen suficientes a enfriar en el espíritu de la guarnición el fuego sagrado del honor y del amor patrio.

Agravada considerablemente la situación, y ante la imposibilidad de hacer la aguada en el río y que la escuadra con que se mantuvo comunicación constante pudiese facilitar aquel tan esencial elemento, el día 25, de acuerdo con el comandante del Princesa, y en cumplimiento de instrucciones del mando, hubo de decidirse la evacuación. Dadas por el citado comandante Velázquez las disposiciones oportunas, se inutilizó el material de guerra, se rompió el parapeto y la alambrada en el frente de la playa, se esparció paja y se roció de petróleo, a fin de incendiarla, saliendo de la posición la mitad aproximadamente de las fuerzas, continuando su jefe en el recinto. El enemigo, vacilante en sus posiciones, se lanzó con violencia y acometividad arrolladora, destrozando parte de la columna que había salido, salvándose sólo 12 ó 14 hombres que fueron recogidos por la escuadra, la cual, por su parte, sufrió bajas en sus oficiales y marinería, perdiendo dos botes. Ante la evidencia de que la avalancha enemiga arrollaría a las tropas, tuvo el citado comandante Velázquez que suspender la evacuación de las que aún no habían salido de Sidi Dris, resolviendo mantenerse y defender esta posición, que aún era de España, y en ella morir matando, hasta que, a las seis de la tarde, después de obstinada lucha y empuje cada vez mayor del enemigo, irrumpió éste en el recinto, sucumbiendo sus defensores en aras del deber, y entregando, para cumplir el juramento sagrado, la vida por la Patria.

En los actos mencionados, la figura del comandante jefe de la posición se destacó briosa, apareciendo adornada de las más altas virtudes militares, de sereno valor y grandes dotes de mando que le hicieron darse cuenta perfecta de la situación, proponiendo medios para resolverla y conservando gran entereza de ánimo y una virilidad que fueron agentes contagiosos que sostuvieron elevadísimo el espíritu de las tropas que lucharon por creer en él.

FUENTES:

  • Carrasco García, Antonio. Las imágenes del desastre. Annual 1921. Almena Ediciones. Madrid, 1999. Página 66.