Extracto de la carta que el general Jordana estaba escribiendo al Ministro de la Guerra en su despacho cuando le sobrevino la muerte de improviso el 18 de noviembre de 1918.

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"En aquel territorio, [Melilla] de haberse perseguido el sistema que llevé a la práctica siendo Comandante General, a estas horas hubiéramos llegado ya probablemente al límite de nuestra Zona en la parte inmediata al Muluya y a Tafersit en el Rif, lo que nos hubiera permitido continuar con las obras del ferrocarril de Tistutin al último punto antes citado, de cultivas y fértiles valles, hasta ahora yermos, y aproximarnos a la rica región costera inmediata a Alhucemas, redoblando nuestra acción política sobre ella para preparar en plazo no lejano el desembarco en Axdir."

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"A mi juicio, el problema de Marruecos se plantea para nosotros en el momento presente de tal modo que no ofrece más que dos soluciones: afrontarlo con habilidad, pero resueltamente, lo que ha de hacerlo relativamente fácil, pues siempre he sostenido, y seguiré sosteniendo, que su principal dificultad estriba en la timidez con que se trata de resolver, o abandonarlo de una vez, aunque ello implicase el desprestigio de España y la pérdida de las garantías de su integridad e independencia."

"Tal vez se le ocurra a usted preguntarme: ¿Y que sacrificios se le han de exigir al país si se procede como usted indica?"

"Sólo los actuales o muy pocos más, pues lo que a fuerzas se refiere me bastarían con las asignadas en las plantillas de rigor; pero a condición de que se cubrieran constantemente las bajas de hombres y ganado, cosa que hasta ahora no he conseguido no obstante mis constantes exhortaciones en tal sentido, dándose el caso de que en la actualidad me faltan más de cinco mil hombres y mil setecientas cabezas de ganado, lo que coloca a las unidades en pésimas condiciones para su empleo."

"También sería necesario contar con un servicio de aeronáutica bien organizado, pues hoy se halla éste completamente desatendido, y bien claramente se ha visto en la Zona vecina [la zona francesa] el resultado sorprendente obtenido por sus escuadrillas de aviadores."

"Con tener este ejército las plantillas bien cubiertas siempre, y alimentándole y alojándole convenientemente, y con la libertad de acción necesaria, creo se podrían realizar las ideas apuntadas, siempre sin prescindir de la prudencia necesaria en todas las cosas de esta pequeña guerra."

"La supresión de las recompensas [los ascensos por méritos de guerra, entre otros] ha sido un rudo golpe que se ha dado al espíritu de oficialidad y tropa, y del que yo juzgo (más que con manifestación alguna en este sentido, pues jamás se me ha quejado nadie de tal medida, ni he observado la menor tibieza en el cumplimiento del deber, en que todos rivalizan con entusiasmo) por cierto hecho que no debe pasar inadvertido y que da la medida con el gusto con que la oficialidad sirve en África, en relación con el cual ha de estar naturalmente el rendimiento que puede dar."

"Este hecho es la poca demanda que ahora se ahora se observa de destinos que antes eran codiciadísimos, tales, por ejemplo, como los de Fuerzas Indígenas, que aun siendo electivos se cubren ahora en muchos casos con oficiales forzosos. Esto indica que nadie quiere venir aquí, y que el que viene lo hace a la fuerza y pensando desde que llega en el día de su marcha, y no parece que es ese el espíritu del que debiera venir animada una oficialidad que en realidad había de estudiarse el medio de que permaneciera en África el mayor tiempo posible, a fin de que conociera el país y el problema, aficionándose a él, únicos medios de que el mando se vea auxiliado eficazmente."

"Pues bien, esa falta de entusiasmo por servir aquí se debe exclusivamente a la supresión de las recompensas, pues son muy pocos los que llevan su espíritu al extremo de exponer la vida en el combate y someterse a las penalidades de una campaña sin estímulo alguno, pudiendo servir en la Península con mucha mayor comodidad y sin riesgo".

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FUENTES:

  • Palma Moreno, Juan Tomás. Annual 1921. 80 años del desastre. Almena ediciones. Madrid 2001. Páginas 33 y 34.