Célebre bandido cubano conocido como el Rey de los Campos, unido a los insurrectos en febrero de 1895.
Manuel García era un bandido que recorría los campos de Cuba en busca de botín con su cuadrilla, y de aquí le viene el sobrenombre de el Rey de los Campos. Si bien no buscaba más que el botín, siempre que se producía un levantamiento contra España se unía con sus hombres a las partidas rebeldes; cuando el levantamiento quedaba sofocado, Manuel García volvía a ser el bandido que nunca dejó de ser. Pero él nunca combatía, sino que dejaba a sus hombres hacer el trabajo, reservándose el papel de jefe prudente, que les dirige desde la distancia.
En 1885 se unió a otros bandoleros, entre ellos un tal Perico Torres; pero el capitán general de Cuba, teniente general Ramón Fajardo Izquierdo, le persiguió de tal modo que obligó a ambos a huir hasta Cayo Hueso. Dos años después, en 1887, regresó a la isla tras desembarcar en Matanzas con el título de comandante que le habían otorgado los separatistas en Cayo Hueso, y organizó una partida de una docena de hombres con los que tuvo en jaque las provincias de Matanzas y La Habana con robos, asesinatos, secuestros, levantamiento de railes de ferrocarril y cortes de líneas telegráficas. Es en estos años cuando recibió el sobrenombre de Rey de los Campos.
En 1890 se enfrentó a la Compañía de Ferrocarriles Unidos de La Habana, pidiéndoles 25.000 duros bajo amenaza de descarrilar algún tren e incendiar estaciones. Ante la negativa de la compañía, Manuel García cumplió su amenaza descarrilando un tren de mercancías, disparó sobre los viajeros e incendió la estación de Quivicán, en las cercanías de La Habana, con lo que cundió el pánico entre los pasajeros y la recaudación de la compañía cayó un 50%.
En agosto de 1890 llegó el nuevo capitán general, teniente general Camilo García de Polavieja quien, para demostrar su voluntad de acabar con el bandolerismo en la isla, logró emboscar a la partida de Manuel García que, sin embargo, logró huir herido con tres balazos.
En febrero de 1895, fiel a su tradición, se puso del lado de los rebeldes recién sublevados, y se unió a las partidas levantadas en la provincia de Matanzas. El 27 de febrero Manuel García tuvo un enfretamiento con la Guardia Civil en una tienda del poblado de Seiba Mocha, en Canasí, resultado un paisano muerto y un guardia herido. Al día siguiente, 28 de febrero, el comandante Loño, al mando de sus fuerzas y las de los guardias civiles de la línea que perseguían al bandolero, tuvo un encuentro con los rebeldes en los llanos de Sagüey, entre los montes de Cámara y el Empalme. Los rebeldes, emboscados entre la maleza del campo, dispararon sobre los españoles quienes, tras abandonar el camino que traían, desplegaron en guerrilla. A los diez minutos el fuego se generalizó; los españoles disparaban sobre las matas para alcanzar a los rebeldes que se escondían en ellos. Éstos comenzaron a retirarse, disparando sobre el flanco derecho de los soldados en su intento de proteger la huida. En un momento dado los españoles vieron a un hombre alto y fornido atravesar el campo de un lado a otro, seguido de unos 14 ó 15 individuos que le seguían. Los españoles dispararon sobre él y lo vieron caer. Los insurrectos se dispersaron al instante. El caído era el bandolero Manuel García. Los españoles persiguieron a los rebeldes sin cesar de hacer fuego sobre ellos, pero la cercanía de la noche les hizo cersar en su empeño.
Otra versión, dada por el periódico La Discusión, de La Habana, y recogida también por Rafael Guerrero en su libro (Vol. 1, pág. 43), dice que el bandolero Manuel García murió en el enfrentamiento con la guardia civil del día 27.