“Gobierno superior civil de la isla de Cuba - Habitantes de la siempre fiel isla de Cuba:
“Al frente hoy del gobierno y administración de esta provincia, y tutor de vuestros intereses sociales, satisfago una necesidad y lleno un gran deber dirigiéndoos hoy mi voz.
“Con rapidez asombrosa se han verificado en la madre patria acontecimientos graves. Interpuesto el Océano, tan solo la comunicación telegráfica con todos sus inconvenientes y deficiencias es hasta los momentos presentes el medio con que contamos para saber lo que sucede: y al daros a conocer hace pocos días las noticias recibidas por tal conducto, os dije ya, por la vía oficial, lo que debíais tener como cierto. Ahora debo añadiros, que una profunda conmoción política ha tenido por resultado inmediato la salida del suelo español de la Augusta Señora que regía sus destinos, y que se está constituyendo un gobierno provisional en que toma iniciativa y acción el duque de la Torre. Nada más puede deciros hoy, mi voz autorizada, respecto a los hechos que se están verificando.
“No los juzgo, leales habitantes de Cuba, ni es esta la misión que me incumbe en estos momentos como primera autoridad de esta isla, ni quizás fuera tampoco la ocasión más oportuna para verificarlo con acierto, porque sería necesario apelar al raciocinio, y la razón no discurre cuando impera el estímulo del sentimiento. Otro es mi deber en los actuales instantes. Como representante del gobierno español en esta provincia, ahora solo me toca velar por los altos intereses que me están confiados, y acudir a vuestro nunca desmentido patriotismo, para que esperéis tranquilos y descansando en mi solicitud por vuestro bienestar, la solución de esta crisis suprema. En momentos como los presentes, solo el patriotismo salva a los pueblos, lo mismo que a los individuos, y yo creo que vuestro corazón, latiendo como el mío a impulsos de la sangre leal española, mira por encima de cualquier otro interés, por alto y respetable que sea, al más alto de todos en la esfera política, que es la conservación del orden, el respeto a la ley, la salud y la integridad de la patria.
“Sí, leales habitantes de Cuba: si mi entendimiento se abisma ante la magnitud de los sucesos, mi corazón no decae, porque le anima el santo fuego del amor a la patria, en cuyas aras han de deponerse en ocasiones como la presente, cual yo lo hago, no ya las aspiraciones estrechas del interés de partido, sino hasta las más legítimas afecciones personales. Esperemos, pues, sosegada y pacíficamente: los acontecimientos marcharán a un desenlace, y cualquiera que éste sea, que nos encuentre tranquilos y fieles a los sagrados intereses que nos ligan a nuestra querida España.
“No abriguéis la menor sospecha de que un acto impremeditado de la nación española venga a turbaros en la paz de que gozáis, a poner la mano sobre vuestros objetos más queridos, a conduciros por entre el laberinto de nuestras discordias intestinas la ruina de vuestro porvenir. Esperemos: la divina Providencia ha velado siempre por nosotros, y ya lo sabéis, porque la historia lo testifica: si la España puede presentarse alguna vez como ejemplo del infortunio, siempre fue tipo de virtud heroica, de sensatez profunda y de fe inquebrantable en su destino. De su seno saldrá, no lo dudéis, la solución más conveniente para nuestros intereses, que son los intereses de la patria.
“Mientras tanto, yo espero de vosotros el reposo de la prudencia y la tranquilidad de la esperanza, y mi corazón me dice que no me engaño al contar con vuestras virtudes cívicas, tantas veces acrisoladas con vuestra siempre fiel adhesión, como podéis a la vez vosotros contar con la justificación, la vigilancia y la firmeza inflexible de vuestro capitán general, gobernador superior civil. —Francisco Lersundi. —Habana 11 de octubre de 1868.”
Pirala, Antonio. Anales de la Guerra de Cuba, Volumen I. Felipe González Rojas, editor. Madrid, 1895. Páginas 252-254.