Tras la declaración de guerra los británicos pasaron a la acción de forma inmediata contra las posesiones españolas en América. Su primera medida fue de tipo deceptiva, al publicar en la Gaceta de Londres su intención de ocupar la isla de Santo Domingo con objeto de forzar a los gobernadores españoles en el Caribe a concentrar en esta isla sus mejores tropas. La propia Gaceta publicó las disposiciones ficticias de los preparativos británicos[01]. Para su empresa, los británicos contaban con varios informes sobre la situación de Cuba y su sistema defensivo, remitidos desde 1756 por el almirante Charles Knowles, gobernador de Jamaica y huésped del gobernador de la isla de Cuba, don Francisco Cagigal de la Vega[02].

A instancias de su tío, el duque de Cumberland, el rey Jorge III nombró comandante en jefe de las fuerzas de desembarco al teniente general George Keppel, III conde de Albemarle, de 38 años. Éste un cortesano sin experiencia militar y muy amigo del duque de Cumberland, de quien había sido ayudante de campo en la batalla de Culloden, Escocia, en 1746, donde parece ser que se distinguió[03]; su aparente insufiencia militar fue compensada con el nombramiento de su segundo al mando de las fuerzas terrestres, el teniente general sir George Elliot, de 44 años, quien tiempo después se cubriría de gloria en la defensa de gran ataque español a Gibraltar. El recién ascendido almirante sir George Pocock, de 56 años, que había servido en la India y se había distinguido en Chandernagore, Bengala Occidental, fue nombrado comandante en jefe de la flota, que contaría además con la escuadra del Caribe mandada por sir James Douglas, de 59 años, a quien se ordenó que zarpara de jamaica para unirse a la flota del almirante Pocock. También se dieron órdenes para que el gobernador general de las Colonias americanas, sir Jeffey Amherst, de 45 años, reuniese cuantos refuerzos navales y terrestres le reclamase lord Albemarle.

La flota británica zarpó del puerto de Spithead, en el sur de Inglaterra, el 5 de marzo rumbo a las Antillas. Estaba formada por más de sesenta y cuatro buques (5 navíos de línea, varias fragatas, una treintena de buques de trasporte y el resto naves de transporte de materiales) y un cuerpo de 4.000 hombres que habían sido concentrados en Portmouth (otras fuentes hablan de 10.000 hombres hombres embarcados) al mando de lord Albermale. Tras superar varios temporales que dispersaron los barcos en diversas ocasiones, la flota se reunió en la isla de Barbuda el 20 de abril, donde la esperaba el almirante Pocock a bordo de su navío de 90 cañones, el "Namur", que ya había llegado antes. Allí lord Albermale fue informado de que el general Robert Monckton, de 36 años, acababa de conquistar la importante isla de Martinica y las vecinas de Santa Lucía, Granada y San Vicente, y que le esperaba allí con su ejército. El 26 de abril la flota proviniente de Inglaterra llegó a la isla Martinica, donde se le unieron las fuerzas terrestres del general Moncktom.


Navegación del almirante Pocock del mes de mayo para aproximarse a Cuba desde Martinica, navegando por el Canal Viejo de Bahama, sobre un mapa de las Antillas del siglo XVIII. (Fuente: Biblioteca Virtual de Defensa, Ref: MN 14-A-18).

Los británicos tenían total libertad de acción en el Caribe: tras cinco años de guerra contra Francia, Inglaterra había conquistado todo el Canadá francés, expulsando a Francia de la América septentrional, y en 1762 ya se había apoderado de todas las islas francesas de las Antillas: Dominica, Martinica, Granada, Tobago, Santa Lucía, Guadalupe y San Vicente, de tal manera que Francia solo conservaba su parte de la isla de Santo Domingo, llamada Guarico[04], donde mantenía una pequeña flota que estaba al mando del conde de Blenac, incapaz de enfrentarse solo a la escuadra inglesa de sir James Douglas.

El 6 de mayo la flota inglesa zarpó de Cas de Navieres (Martinica) rumbo a la Habana. Si bien el rumbo tradicional hubiera sido aproximarse a Cuba por el sur, doblar el cabo de San Antonio y poner rumbo este hasta llegar a la Habana, el almirante Pocock decidió otro rumbo, apremiado por el mes que quedaba para la estación de las lluvias: aproximarse por el norte de la isla, navegando por el peligroso Canal Viejo de Bahamas, y caer sobre la Habana por el este. El 8 de mayo se le unió la división naval del capitán Hervey en el canal de la Mona, que separa las islas de Santo Domingo y Puerto Rico; navegaron por la costa norte de la isla de Santo Domingo, haciendo que la flota francesa del conde Blenac se refugiase sin salir en sus puertos de Guarico. El 17 de mayo llegaron al cabo Nicolás, situado en el extremo occidental de la península septentrional de la isla, donde fondearon. Seis días después, el 23 de mayo, se incorporó la escuadra de Jamaica de sir James Douglas. Para entonces la flota británica era una formidable fuerza de ataque formada por 74 buques de guerra y unos 150 ó 200 buques de transporte.

Entre los buques de guerra británicos había 26 navíos de línea (uno de 90 cañones, uno de 80, cinco de 74, dos de 66, cinco de 64, cinco de 60 y cuatro de 50) y 15 fragatas (tres de 40, dos de 32, cinco de 28, una de 24 y cuatro de 20).

El ejército de invasión estaba formado por 2.292 cañones de todos los calibres y una fuerza de 12.000 soldados veteranos, sin contar los 2.000 hombres de refuerzo que esperaban en Jamaica y Charlestown, todos ellos curtidos en los campos de batalla de Alemania, Canadá y las Antillas, procedentes de 20 regimientos. En él formaba una unidad de Ingenieros con un inmenso parque de tiendas, herramientas y pertrechos. La fuerza terrestre se encuadró en cinco brigadas y dos cuerpos; un cuerpo se formó con cuatro compañías de Infantería ligera traída de Inglaterra y un batallón de granaderos, al mando del coronel sir Guy Carleton, barón de Dorchester, de 37 años; el otro cuerpo se formó con dos batallones de granaderos al mando del coronel William Howe, de 32 años. Entre los generales británicos se encontraban el brigadier lord Andrew Rolls, de 58 años y el coronel Francis Grant, de 44 años. El resto eran unos 8.000 marineros, tripulantes de los buques[05].


Ruta del almirante Pocock por el Canal Viejo de Bahama, en la costa norte de Cuba, en un mapa de Cuba de 1898 (Fuente: Biblioteca Virtual de Defensa, Ref: Ar.J-T.5-C.2-36).

El 27 de mayo (o 29 de mayo) el almirante Pocotk se adentró en el Canal Viejo de Bahama por la parte más estrecha, entre los cayos Confites y Lobos, una arriesgada maniobra que pudo haberle costado una enorme derrota de haber llegado la noticia a los españoles. Guiándose con una copia de una vieja carta náutica española y llevando por delante al Richmond para explorar la costa y avisarle de peligros, Pocock comenzó la navegación en aquellas peligrosas aguas, llenas de cayos que le obligaron a encender fuegos durante las noches para salvar los innumerables escollos que encontraba a su paso. Así navegó durante siete días, sin que los españoles enviaran ninguna nave a vigilar aquellas aguas por considerarlas impracticables para un ataque de tal envergadura.

De haber juntado sus fuerzas navales el comandante del Apostadero de la Habana, jefe de escuadra don Gutierre de Hevia, marqués del Real Transporte, de 58 años, y el francés conde de Blenac hubieran contado con una flota combinada de 16 navíos de línea (10 españoles y 6 franceses) y varias fragatas; pero no sospecharon nada y, por tanto, no atacaron en esta travesía tan vulnerable para los británicos; de haberlo hecho se hubiera celebrado una gran batalla naval y el rumbo de la guerra hubiera sido otro probablemente[06]. Con ello, la audacia del almirante Pocock consiguió tomar totalmente desprevenidos a los españoles.

Por fin, el 3 de junio las fragatas Echo (28) y Alarm (20) desembocaron en la salida del Canal Viejo, seguidas del resto de la flota, lo que supuso una auténtica proeza y una prueba de la habilidad y disciplina de los marinos ingleses. Ambas fragatas encontraron en el Cayo Sal (o Salinas) a las fragatas españolas Tetis (18) y Fenix (20), que iban escoltando un bergantín y dos goletas. Tras una persecución que duró seis horas, los británicos alcanzaron a los españoles; se entabló un reñido combate en el que las fragatas españolas perdieron 10 muertos y 14 heridos, por 17 bajas en la fragata Alarm (20); finalmente, los británicos apresaron las dos fragatas, el bergantín y una de las dos goletas, llevandose prisioneras sus tripulaciones, unos 300 hombres que no pudieron engrosar las defensas de la Habana.

El 5 de junio la flota británica se halló frente a Matanzas. El 6 de junio el teniente de Infantería don Gabriel Cubrieta, comandante jefe del Torreón de Cojimar y la Caleta, dio parte de haber descubierto a barlovento una armada enemiga de más de 200 velas[07]. Al amanecer de ese mismo día, un mes después de su partida de la Martinica, la flota británica del almirante Pocock apareció ante los atónitos ojos de los habitantes de la ciudad de La Habana.


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NOTAS:

    [01] Números de "The London Gazette Extraordinary", conservados en Simancas, Guerra Moderna, legajo 6.951 (años 1759-61). Citado por Caballero, op. cit., pág. 296.

    [02] Morón, "La Artillería ...".

    [03] Placer Cervera, op.cit., nota 3.

    [04] Los franceses se asentaron en el occidente de la isla de Santo Domingo a partir de 1660. Por el Tratado de Ryswick, España cedió oficialmente a Francia esta parte de la isla, a la que los franceses primeramente llamaron Saint-Domingue, como llamaban los españoles a la suya; sin embargo, la parte francesa acabó siendo conocida como Guarico.

    [05] Guiteras, op.cit., pág. 137 y ss.

    [06] Pezuela, op.cit., pág. 24 y ss. Si no decimos otra cosa, las noticias del ataque a la Habana las tomaremos de la obra de Pezuela.

    [07] "Relación de la acción de la Escuadra de S.M.B. mandada por el Almirante don Jorge Pocotk, y operaciones del Exército mandado por el Excmo. Sr. Conde de Albermarle, Teniente Gral. y Comandante en Gefe de la Expedición hecha contra la Ciudad de la Havana, y disposiciones que ésta tomó para su defensa desde el 6 de Junio hasta su rendición en 12 de Agosto del Año de 1762". Servicio Histórico Militar, signatura 6.743, 4-1-1-7. Citado por Zapatero en op. cit., pág. 298.