La plaza de Osma, junto con la de San Esteban de Gormaz, protegían el flanco oriental del frente del Duero de las penetraciones musulmanes que se dirigían hacia Castilla, Álava y Pamplona. A ella se dirigió el califa con intención de penetrar en Castilla para quebrantar Pamplona.

Al observar la llegada del ejército musulmán a primeros de junio de 920, el gobernador cristiano de Osma desalojó la fortaleza, que fue arrasada e incendiada por Abd al-Rahmán III. Acto seguido se dirigió a San Esteban de Gormaz, donde llegó el dia 9 de julio; se supone que también destruyó la fortaleza. Inmediatamente el califa dirigió sus tropas hacia Clunia y Calahorra en dirección a Pamplona, el valle de Junquera y Muez, donde el ejército musulmán causó enormes estragos al ejército cristiano, llevando consigo a Córdoba numerosos prisioneros, entre los que se contaban los obispos Dulcidio de Salamanca y Hermogio de Tuy.