HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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LOS HÉROES DEL DESASTRE DE ANNUAL


D. FEDERICO DE LA PAZ ORDUÑA (18xx - 1921)

Capitán de Artillería, muerto en Igueriben.

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 13 de marzo de 1925 (Diario Oficial núm. 58) por el valor demostrado en la defensa de Igueriben entre los días 17 y 21 de julio de 1921.


Capitán D. Federico de la Paz Orduna

El capitán de artillería D. Federico de la Paz Orduña, perteneciente al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla, y al mando de una batería ligera, tomó parte activa en la defensa de Igueriben, en unión de dos compañías del Regimiento de Infantería Ceriñola número 42 y de algunos otros núcleos, en total unos 300 hombres, que guarnecían aquella posición; mantuvo a gran altura el honor de las armas y sostuvo el fuego de su batería con decisión y acierto para tener a raya al enemigo y causarle numerosas bajas. Escaseando las municiones casi desde el principio de su defensa y ya sin esperanzas de reponerlas por hallarse la posición aislada del resto del ejército y haber fracasado cuantos intentos se hacían para lograrlo, cuidó también de economizarlas desde aquel momento con notable previsión, sin dejar por ello de hacer fuego cuando era absolutamente indispensable, y al intentar el enemigo el asalto y llegar hasta la boca de las piezas, debido a aquella previsión pudo hacer lanzar a éstas, que se hallaban sin apoyo de tropas de sostén, la munición reservada para tan críticos momentos, rechazando el asalto y alejando a los atacantes lo suficiente para permitir a la guarnición recoger cuanto armamento y material pudo transportarse y para inutilizar el resto.

Secundó con el mayor valor, entusiasmo y eficacia las órdenes del jefe de la posición, y situándose siempre en los sitios de mayor peligro, consiguió con su bizarro ejemplo elevar el espíritu de los defensores, e infundirles confianza en la victoria, teniendo por fin en cuenta que, al evacuarse Igueriben por orden superior, el capitán Paz fue de los últimos en hacerlo, a fin de inutilizar los cañones y sus cierres, por lo que salió de la posición al mando de la retaguardia y continuó en su puesto defendiéndose valerosamente, pistola en mano, hasta llegar al cuerpo a cuerpo y caer muerto cuando ya no tenía ningún soldado a su alrededor.



FUENTES:

  • Antonio Carrasco García. Las imágenes del desastre. Annual 1921. Almena Ediciones. Madrid, 1999. Página 67.