OCUPACIÓN DE ABARRÁN
A la una de la madrugada del 1 de junio las tropas se pusieron en marcha. Estaba formada por tan solo una columna (y no tres como le habían aconsejado) de 1.461 hombres y 485 cabezas de ganado al mando del comandante Villar, lo cual era demasiada fuerza para tan solo un comandante a juicio del general Picasso. La columna estaba formada de la siguiente manera:
Vanguardia
- 5°, 10° y 11° Mías de la Policía Indígena.
Cuerpo Principal
- Dos secciones de fusiles de Regulares.
- Dos compañias de ametralladoras del Ceriñola.
- 2° y 5° compañías de Ingenieros.
- Una batería de montaña con 4 piezas de 75 mm.
- Una estación óptica.
- Una ambulancia.
- Una compañía de Intendencia.
- Los mulos del Ceriñola con munición, agua, víveres y material de fortificación.
Retaguardia
- Una sección de fusiles de Regulares.
- Una compañía de fusiles de Regulares.
- Un escuadrón de caballería de Regulares.
La ruta hacia Abarran era estrecha y sinuosa, lo que obligó a la columna a alargarse peligrosamente. Sobre las 04:30 horas iniciaron el cruce del rio Amekran, donde se les unió la harka amiga de Tensaman, para los que llevaban 10.000 cartuchos Remington. A las 05:30 horas la cabeza de la columna llegó a la posición tras subir el macizo de Abarrán. Dos horas y media despues lo hizo la cola.
Enseguida comenzaron los trabajos de fortificación, y llegaron los primeros síntomas de que algo iba mal: el terreno apenas tenía piedras y mucha tierra, con lo que era difícil construir un parapeto; los sacos terreros estaban podridos y se desfondaban, y en las colinas circundantes comenzaron a aparecer rifeños mirando atentos y expectantes los trabajos de los españoles. El caid El Hach Haddur Boaxa, que acompañaba a la columna española, aconsejó al comandante Villar no instalarse en la posición y regresar a Annual.
No obstante, los trabajos de fortificación continuaron. Los parapetos norte y este alcanzaron una altura de 1,30 metros a base de sacos terreros medio desechos. El parapeto oeste, donde quedaron asentados los cañones, estaban ridículamente cubiertos por tan solo dos o tres hileras de sacos. El sur de la posición estaba inclinado hacia abajo y cubierto a cierta distancia por unos espesos matorrales de más de un metro de altura, que el comandante Villar consideró que proporcionaban suficiente cobertura.
La alambrada tenía dos filas de piquetas clavadas en un terreno demasiado blando, por lo que era fácil arrancarlas, y con las piquetas muy separadas entre sí en algunos tramos. La distancia al parapeto era de unos 30 metros, y entre éste y la alambrada había grandes pendientes monte abajo ocupada con maleza y jaras, por lo que el enemigo podía acercarse sin ser visto. La pendiente era tal que en el frente oeste los cañones no tenían terreno que batir con espoleta a cero en un espacio muerto de unos mil quinientos metros.
A las 09:00 horas el general Silvestre llegó a Annual con intención de asistir a la ocupación de Abarrán, como era su costumbre. El coronel Morales se lo desaconsejó por desconocer el camino y por lo largo del mismo. Esto salvó la vida al general, pues posteriormente se supo que los rifeños no habían atacado antes porque estaban esperando la llegada a Abarran del general Silvestre. Así mismo, hubo una fuerte discusión entre el general Silvestre y el coronel Morales en la que se puso de manifiesto el gran desacuerdo que existía entre ambos sobre el éxito de la operación. El general Silvestre habló por radio con el comandante Villar, quien le informó que cerca de la posición se había colocado la harka enemiga en actitud expectante. En efecto, el número de rifeños seguía aumentando alrededor de Abarrán, llegando a totalizar más de 2.000 extendidos en varias lomas situadas a una distancia de entre 900 y 1600 metros al oeste y al norte de la posición. El nerviosismo aumentó en las tropas españolas.
A las 10:45 horas el comandante Villar consideró finalizados los trabajos de fortificación. A las 11:00 horas se emprendió el regreso a Annual, no por el camino que habían traído de madrugada, sino por otro que se dirigía directamente a Annual pasando por la posición de Dar Buimeyan. Los soldados avanzaban de prisa, casi corriendo, temerosos y presintiendo una emboscada, con poco orden y cohesión, dejando un largo rastro de hombres en el camino de forma que no se daba imagen de una fuerza militar organizada.
La posición quedó ocupando un recinto de 12 por 65 metros y en su interior quedaron 13 tiendas cónicas de campaña. Al mando de la misma quedó el capitán D. Juan Salafranca Barrios, cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán que había acompañado a la columna del comandante Villar, unos 200 policías indígenas y unos 50 soldados españoles:
- Dos mías de Policía, al mando del capitán D. Ramón Huelva Pallarés.
- Una batería de cuatro cañones de 75 mm, con 28 artilleros al mando del teniente D. Diego Flomesta Moya, con 360 cargas de metralla y granadas rompedoras.
- Una sección de Regulares.
- Una estación óptica servida por tres soldados de Ingenieros.
- 40 cajas de munición para Mauser.
- 4 cajas de munición para Remington.
Estas fuerzas eran totalmente insuficientes para el papel ofensivo que tenía pensado el general Silvestre para ella, especialmente cuando su ocupación se hizo en presencia de la harka enemiga. Además, jugaba en contra de Abarrán su posición geográfica: lejos de Annual, sin caminos y sin socorro cercano, en una zona de terreno escabroso y sin poder contar con obtener auxilio ninguno de la harka de los naturales del lugar.
A las 12:00 horas el general Silvestre regresó a Melilla satisfecho por la forma en que estaba desarrollándose la operación y pensando en otorgar una recompensa al comandante Villar por el éxito obtenido, mientras que el coronel Morales comentaba que quizás se había equivocado en su juicio negativo sobre la operación. El general llegó a Melilla sobre las 18:00 horas. A los pocos minutos comenzaron a llegar los partes desde Annual dando cuenta del ataque y pérdida de Abarrán.
ATAQUE A ABARRÁN
Sobre las 12:45 la columna del comandante Villar comenzó a cruzar el río Amekrán. Allí se ordenó que nadie se detuviese a beber agua y que acelerasen la marcha, pues se veía bastante enemigo bajar de los montes que dominan el paso del río. Estando todavía cruzando, el comandante Villar recibió la orden del general Silvestre de que dejara en Abarrán una compañía de ametralladoras, pero el comandante decidió no dar media vuelta para cumplir la orden, puesto que la unidad estaba cruzando el río.
A poco de cruzar el río, sobre las 13:00 horas, escucharon dos largas ráfagas de ametralladoras de unos 50 disparos cada una. Era la señal de que el ataque de los rifeños había comenzado. No podían ser armas españolas, porque el comandante Villar había decidido en su momento no dejar las dos compañías de ametralladoras del Ceriñola en la posición. Esta decisión se demostraría que fue un craso error, que lamentó incluso el propio Comandante General.
Seguidamente oyeron cañonazos procedentes de Abarrán. El comandante Villar, vergonzosamente, ordenó proseguir la retirada hacia Annual y dejar a la posición de Abarrán abandonada a su suerte, a pesar de saber que contaba con una importante fuerza combatiente en su columna: una mia de Policía Indígena, dos compañias de fusiles de Regulares, dos compañias de ametralladoras, dos compañias de Ingenieros y un escuadrón de caballería de Regulares. El sonido de los cañones de Abarrán les acompañó hasta llegar a Annual. Una vez en el campamento, pudieron seguir el combate por el ruido del cañón, hasta que se extinguió tres horas y media después del primer cañonazo.
Entre tanto, en Abarrán había comenzado el combate, que duraría unas cuatro horas, hasta cerca de las 17:00 horas:
La harka amiga de Tensamán intentó repeler el ataque rifeño pero, viendo el ímpetu de éste, sus miembros decidieron unirse a los benirriagueles y comenzaron a disparar sobre la posición española. Posteriormente, como consecuencia inmediata de la caída de la posición, los cabileños de Tensaman, compelidos por los beniurriagueles, engrosaron las huestes de la harka enemiga.
Al principio los policías indígenas resistieron el ataque y mantuvieron sus posiciones pero, al ver el gran número de rifeños que se les venían encima (unos 3.000 hombres), muchos de ellos decidieron unirse a los atacantes. Para ello mataron al capitán Huelva de un tiro en la cabeza, y bien saltaron el parapeto para unirse a los atacantes, bien se quedaron dentro de la posición para disparar a bocajarro contra los defensores y a los oficiales. Este fué el momento en el que se quebró la defensa.
Uno de los últimos en caer fué el capitán Salafranca que, a pesar de sus heridas, dirigió la defensa en todo momento con valor y entereza, hasta que fue alcanzado de muerte por un disparo.
Alrededor de las 17:00 los rifeños aparecieron rodeando completamente la posición; de repente se presentaron en el frente este y se lanzaron al asalto en varias oleadas, que fueron rechazadas por las piezas de artillería disparando con la espoleta a cero. Acabada la munición, el teniente Flomesta, herido en la cabeza y en un brazo, consiguió inutilizar tres de las cuatro piezas. No quiso ser atendido en sus heridas, y por ser el único oficial superviviente se hizo cargo de la defensa, armando a sus artilleros e imponiendose a los policías que se resistían a cooperar.
El fuego de cañón había logrado parar el primer asalto y producir numerosas bajas entre los rifeños, pero éstos se recobraron en seguida y renovaron los asaltos sobre la posición. El momento final llegó cuando, muertos todos los oficiales menos el teniente Flomesta, y traicionados por los policías indígenas, los soldados españoles salieron huyendo de la posición antes que resistir hasta la muerte, permitiendo que los rifeños entraran al asalto en la posición. El teniente Flomesta permaneció en su puesto disparando con un fusil hasta que fue herido nuevamente y hecho finalmente prisionero.
Setenta y un soldados y policias, de los cuales quince estaban heridos, lograron escapar y presentarse en la posición de Dar Buimeyán.
NÚMERO DE BAJAS
Las tropas españolas sufrieron 141 bajas:
- 25 muertos o desaparecidos (6 oficiales, 18 soldados españoles y 1 soldado indígena).
- 59 heridos (24 soldados españoles y 35 soldados indígenas).
- 76 desertores o desaparecidos indígenas.
- 1 prisionero (teniente Flomesta).
Todos los oficiales menos uno (teniente Flomesta, que fue hecho prisionero), cayeron muertos. La relación de los 24 muertos y desaparecidos españoles es la siguiente:
- Capitán D. Juan Salafranca Barrios, que recibió la Laureada por RO. de 10 de mayo de 1924.
- Capitán D. Ramón Huelva Pallarés, de la Policía Indígena.
- Teniente D. Vicente Camino López, de Regulares.
- Teniente D. Antonio Reyes Martín, de Regulares.
- Alférez D. Luis Fernández Martínez, de Policía Indígena.
- Caid Mohamed Ben Haida Susi, de Regulares
- Sargento Fidel Vidal Zubianz, de Regulares (desaparecido).
- Cabo Manuel Jaen Reche, de Regulares (desaparecido).
- Cabo Plácido Funes Caia, de Regulares (desaparecido).
- Soldado Casimiro Pérez Balboa, de Regulares (desaparecido).
- Soldado Juan Pérez Balboa, de Regulares (desaparecido).
- Soldado Juan Fernández García, de Regulares (desaparecido).
- Cabo Daniel Zárate, del mixto de Artillería (muerto).
- Cabo Manuel González Iglesias, del mixto de Artillería (muerto posteriormente a resultas de las heridas)
- Soldado Enrique Ramírez, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Julián Gil, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Domingo Gómez, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Ramón Grin, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Daniel Álvarez, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Eulogio Delgado, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Emilio González, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Agapito Jiménez, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado José Barragán, del mixto de Artillería (desaparecido).
- Soldado Enrique Durán, de Telégrafos de campaña (desaparecido).
El teniente D. Diego Flomesta Moya fue hecho prisionero para que arreglase los cañones y enseñase a los rifeños a usarlos. Se negó a ellos y a ser curado de sus heridas. Se negó acomer y de dejó morir de hambre. Falleció de hambre en cautividad el 30 de junio. Se le concedió la Laureada por RO. de 23 de junio de 1923.
Los supervivientes huyeron sin oficiales que les guiaran hacia las posiciones de Annual y Dar Buimeyan.
PARTES OFICIALES
Los partes y telegramas oficiales cursados entre el Comandante general, Alto Comisario y el Ministro de la Guerra fueron recopilados por el general Picasso e incluídos en su expediente. Pinche aquí para llegar a ellos y consultarlos.