HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808 - 1814)

PRIMER COMBATE DEL BRUCH (6 de junio de 1808)

Malograda expedición del general Schwartz contra Manresa, que supuso la primera victoria de los españoles sobre los franceses [01].

Antecedentes

El 4 de junio de 1808 el general Schwartz partió de Barcelona por el camino de Manresa al frente de su columna de 3.800 soldados y dos piezas de artillería. Enseguida la noticia corrió como la pólvora entre los paisanos, quienes mandaron avisos hacia Manresa e Igualada, las poblaciones más amenazadas por este movimiento de los franceses. En ambas villas se tocó a "somatén" ese mismo día. Por la tarde, la vanguardia de la columna francesa llegó a Martorell. Los coraceros que la formaban, quienes fueron recibidos con el toque de somatén, aún desconocido para los franceses, fueron alojados en un pequeño edificio denominado El Piquet, en el que estaba acuartelada una unidad del Regimiento de Caballería Borbón, que fue obligada a repartirse por diferentes casas de la población. El resto de la columna no llegó a Martorell hasta el día siguiente, donde quedó detenida por un fuerte y persistente aguacero.

Mientras tanto, el Manresa e Igualada un pregón general invitó a todos los hombres útiles a tomar las armas. Las autoridades de Igualada comisionaron a don Antonio Franch y a don José de Olzinellas para que se trasladaran hasta Villafranca del Panadés con objeto de pedir armas al gobernador de aquel corregimiento, don Juan de Toda [02].


Al pie del collado hay erigido un monumento al tambor del Bruc que recuerda la gesta
Viajero, para aquí,
que el francés también paró,
el que por todo pasó no pudo pasar de aquí.

El 5 de junio un grupo de patriotas bastante numeroso partió de Manresa en dirección a las alturas del Bruch provisto de las armas que pudieron encontrar en la villa. Ese mismo día, desde Igualada partió hacia el mismo punto otro numeroso grupo de somatenes armados con hachas y escopetas. Iban acompañados por un grupo del 2º Batallón del Regimiento de Guardias Valonas huidos de Barcelona, al mando del sargento mayor don Justo de Bérriz y del capitán don Carlos Vicente quienes, a decir de un ilustre historiador, se distinguieron bastante durante ambos combates del Bruch, llegando a ser los jefes del día. [03]. También les acompañaba un destacamento del Regimiento de Infantería suiza "Wimpffen" núm. 1 alojado en Igualada, al mando del teniente don Francisco Krutter [04].

En total, el grupo de defensores del Bruch serían unos cuantos centenares de somatenes de Manresa e Igualada encuadrados por los cuerpos regulares de Guardias Españolas y suizos de Wimpffen al mando de los oficiales mencionados.

Descripción del terreno [05]

En aquellos años, la carretera o camino real a Lérida, Zaragoza y Madrid iba ganando la divisoria entre el río Llobregat y su afluente Noya, que pasa por Martorell, por una de las ramificaciones del Montserrat, para descender hasta Igualada y continuar hasta Cervera y Lérida. A un kilómetro del Bruch de Arriba se encuentra la bifurcación del camino hacia Manresa, que se dirige hacia la divisoria mencionada cruzando por un collado existente entre la cumbre, empinada y abrupta, y unas lomas que inmediatamente se deprimen hacia el sur en ásperas barrancadas que llevan sus aguas torrenciales al Noya por la vasta llanura que se observa al pié. Junto al collado existía un caserío denominado Casa-Masana, situado en un punto elevado de notable pendiente, atalayando la red de comunicaciones que se repartían para Igualada, Manresa, Barcelona y el monasterio de Monserrat, oculto entre los picos de la montaña.

De igual modo que en las faldas de Montserrat, el terreno se hallaba junto al camino real salpicado de arbustos que distraían la monotonía de la capa de rocas que, en general, constituye la montaña. Junto al caserío de Casa-Masana existía un pequeño bosque de pinos que ofrecía suficiente cubierta a quien se propusiera observar el territorio sin temor de ser descubierto. Esta fue la posición elegida por los somatenes de Manresa e Igualada para enfrentarse a la columna del general Schwartz.

El primer ataque

El general Schwartz prosiguió su marcha al amanecer del 6 de junio, sin que su paso por los pueblos de la zona le hiciera sospechar nada extraño. Atravesó Esparraguera, se detuvo unas horas en Collbató por efecto del temporal, y llegó hacia el mediodía a la zona denominada el Bruch de Arriba, lugar de reunión de aldeas y caseríos cercano al punto de separación del camino de Manresa del de Zaragoza y Madrid.

La columna francesa marchaba descuidada, como en territorio amigo, sin más protección que una pequeña vanguardia de coraceros. De pronto, al llegar a la primera revuelta que hace el camino real en su descenso hacia Igualada sobre el borde de un hondo barranco que cae al sur, y donde se separa el camino que conduce a Manresa, su vanguardia recibió un vivo tiroteo procedente del pinar cercano al caserío de Casa-Masana que tumbó en el suelo a varios coraceros mientras el resto corría a refugiarse en el grueso de la columna.

Pasado el primer efecto sorpresa, el general Schwartz formó una columna de ataqueque, precedida y flanqueada por una nube de tiradores, dirigió contra los defensores emboscados en el pinar y el terreno circundante. Los españoles no pretendieron ofrecer resistencia y abandonaron Casa-Masana, que fue inmediatamente ocupada por los franceses, y se dirigieron de regreso hacia Manresa e Igualada, sus lugares de origen.

Al llegar al collado el general Schwartz se sorprendió de la vista del terreno que tenía frente a él, una serie de colinas cubiertas de monte bajo que iba sorteando el camino y que le hizo creer la ilusión que le esperaban muchos y angostos desfiladeros por recorrer en las cuatro leguas que le separaban de Manresa. Creyendo que los atacantes de Casa-Masana debían estar encuadrados en la vanguardia de una unidad regular, pues no podía ni pensar que había ido atacado por paisanos armados, decidió dar un descanso a sus hombres y repartir el rancho antes de proseguir la marcha.

El segundo ataque

Los fugitivos que se dirigían a Manresa se encontraron un grupo de unos 100 somatenes procedentes de Sampedor, seguidos de otros 60 vecinos de Sallent, todos ellos bien armados y hábiles tiradores, que acudían a la convocatoria que se les había hecho. A su frente marchaba un tamborcillo de Sampedor llamado Isidro Llusá.

Mientras tanto, el 6 de junio por la mañana los señores Franch y Olzinellas regresaban a Igualada sin haber logrado sus propósitos de obtener armamento del gobernador de Villafranca. En las inmediaciones de Igualada se cruzaron con un grupo de somatenes de esta localidad que iba a unirse a los que habían salido el día anterior, quienes proclamaron a Franch como su jefe y le pidieron que "les guiara en la temeraria acción que iban a emprender"[06]. En su marcha hacia el Bruch engrosaron sus efectivos con somatenes de los pueblos de alrededor, hasta que tropezaron con los fugitivos que regresaban de Casa-Masana tras la carga francesa del primer ataque.

Envalentonados los manresanos e igualadinos del primer ataque por los refuerzos llegados, resolvieron volver de nuevo contra los franceses. Arremetidos de improvisto por un enemigo que creían lejos, las vanguardias francesas que ocupaban Casa-Masana se retiraron en desorden sobre el grueso de la columna, que estaba tomando el rancho tranquilamente en las inmediaciones del Bruch de Arriba.

El general Schwartz formó un gran cuadro, dispuesto a enfrentarse a un enemigo que parecia amenazarle por todas partes. Sin embargo, la amenaza no se materializaba. Las campanas de los pueblos de los alredores no hacían más que tocar incesantemente, lo que hizo que el general se alarmase ante un más que previsible alzamiento popular general contra el que no se sentía con fuerzas suficiente para enfrentarse a él con éxito, por lo que decidió retirarse hacia Barcelona.

La cuestión del tamborcillo (Transcripción literal de la nota 118 de Priego López, op. cit., tomo 2, pág 104)

En las versiones tradicionales españolas se atribuye una influencia primordial y determinante en la retirada de Schwartz a los toques de un tambor que traían los somatenes de Sampedor y que le hicieron temer al general napoleónico que se trataba de tropas de línea.

La moderna investigación histórica ha comprobado la presencia en la primera acción del Bruch de un tamborcillo de Sampedor llamado Isidro Llusá, y de otro de Igualada denominado Benito Malvehí, así como de un vecino de Piera de nombre Miguel Rigol, que había sido trompeta de Caballería, los cuales, con sus respectivos instrumentos, animaron a los combatientes en aquella gloriosa acción.

Pero desde que se escucharon tales sones hasta que se retiró Schwartz continuó el fuego durante algunas horas. Además, el propio Llusá declaró que una guerrilla francesa le hizo prisionero y le arrebató la caja, salvando la vida por milagro.

Fue, pues, el sonido repetido de las campanas de todas las iglesias de la comarca (como afirma Lafaille), y no el delos citados instrumentos, el que decidió a Schwartz a replegarse a Barcelona.

La retirada del general Schwartz

La retirada francesa se hizo en principio en buen orden, debido a la escasez de tropas de los somatenes. Sin embargo, conforme el ruido de las armas y las voces de alarma se propagaban por los alrededores, más paisanos iban agregándose a los somatenes para hostigar a los franceses. Mientras duró la luz de la tarde, los franceses fueron capaces de recorrer en orden las dos leguas que les separaban de Esparraguera. Al llegar al terreno llano, su disciplina de fuego y artillería fue capaz de mantener a los paisanos a distancia.

Al llegar a Esparraguera, los primeros contingentes de la vanguardia que atravesaron la calle mayor, de un kilómetro de longitud aproximadamente, fueron parados por barricadas de carros, maderos y obstáculos, y recibidos con todo tipo de proyectiles, piedras, fuego, líquidos hirviendo y muebles desde puertas y ventanas, logrando matar a algunos soldados franceses. Ante el cariz de la resistencia, el general Schwartz formó dos columnas con las que rodeó el pueblo por derecha e izquierda, sin por ello dejar de ser hostigado por los habitantes de Esparraguera, que aprovechaban cualquier oportunidad para abatir soldados franceses.

Afortunadamente para la columna, los habitantes de Martorell y Molins del Rey no resistieron el paso de los franceses. Sólo al cruzar la riera de Abrera volvieron a estar en peligro, pues los paisanos habían preparado con fogatas el hundimiento del puente que lo cruzaba. Efectivamente, el puente, debilitado por efecto del fuego, se cayó por el peso producido por el agolpamiento de los franceses en su huída de los somatenes que les hostigaban de cerca, arrastrando en su caída varios soldados y un cañón, que fue capturado por los españoles. A pesar del contratiempo, la columna de Schwartz prosiguió su marcha, aliviada momentáneamente por la detención de los somatenes.

Finalmente los franceses pudieron acogerse a la protección que le brindaron fuerzas enviadas por el general Duhesme en su auxilio. De este modo, la columna del general Schwart entró en Barcelona a lo largo de toda la noche del 7 de junio por partidas sueltas y en el más lastimoso estado, con una larga procesión de heridos y "estropeados" [07].

Consecuencias del Bruch

Si bien desde el punto de vista militar el primer combate del Bruch no puede considerarse una verdadera batalla, su importancia radica en que demostró a los catalanes que el invasor francés podía ser derrotado, exaltando con ello el entusiasmo y patriotismo de los catalanes. La victoria alcanzada sobre los franceses provocó el alzamiento general en todo el Principado, logró galvanizar a la población catalana y la leyenda del “timbaler” se convirtió en el símbolo por antonomasia de la resistencia catalana.

En sus memorias, el capitán de Ingenieros francés Laffaille escribió lo siguiente:

    "Así, desde el primer día de las hostilidades, los catalanes, todavía sin jefes y casi sin armas, vieron a nuestras tropas huir delante de ellos. La noticia de un éxito tan inesperado, el primero alcanzado por los españoles en esta guerra, se extendió con la rapidez del relámpago y con toda la exageración del orgullo nacional. Ella acabó de inflamar los espíritus, ya demasiado predispuestos a un levantamiento ... La Insurrección estalló por doquier ... Juntas o Comités insurrecionales se formaron en todas las cabezas del corregimiento" [08].






NOTAS:
    [01] Priego López. Historia de la Guerra de la Independencia. Tomo 2, pág,s. 102-106. Gómez Arteche. Historia de la Guerra de la Independencia. Tomo 2, pág,s. 86-94.

    [02] Antonio Carner. Los treinta días del mes de junio de 1808. Publicaciones del Ayuntamiento de Igualada, año 1963, pág. 8. Citado por Priego López en op. cit., tomo 2, pág. 102, nota 112.

    [03] Isidro Clopas Batlle. La lucha herioca del guerrillero en la Guerra de la Independencia. Estudios de la Guerra de la Independencia de la Institución Fernando el católico, Zaragoza, 1965, tomo II, pág,s. 293-294. Citado por Priego López en op. cit., tomo 2, pág. 104, nota 117.

    [04] Antonio Carner. Leyenda e historia de las batallas del Bruch. Revista de Historia Militar núm. 12, pág,s. 77-78. Citado por Priego Lopez en op. cit., tomo 2, pág. 103, nota 113.

    [05] Gómez Arteche, op. cit., tomo 2, pág. 87 y 88.

    [06] Antonio Carner. Los treinta días ... pág. 9.

    [07] Gómez Arteche, op.cit., tomo 2, pág. 94.

    [08] G. Lafaille. Mémoires sur les campagnes de Catalogne de 1808 a 1814. París, 1826. Citado por Priego López en op. cit., tomo 2, pág. 105.