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GUERRA CONTRA INGLATERRA (1796 - 1802) ATAQUE A LA ISLA DE TRINIDAD (16-18 de febrero de 1797) Capitulación de la isla de Trinidad y captura de la misma por los británicos. La isla de Trinidad era una próspera provincia perteneciente a la Capitanía General de Venezuela desde 1777. Su riqueza provenía de la caña de azúcar y de la libertad de comercio de la que gozaba, lo que había dado lugar a un incremento de su población y asentamientos europeos en la isla, así como la existencia de un gran número de negros y mulatos libres en la isla. En 1797 tenía unos 16.000 habitantes. Su gobernador era el almirante de la Armada don Jose María Chacón y Sánchez de Soto, nacido en 1747 en el seno de una familia sevillana de enorme tradición militar y naval. Su padre, Francisco Chacón y Rodríguez de Ribera, era capitán de navío y había sido Ministro de Marina. José María obtuvo plaza de guardiamarina en 1770, y fue ascendiendo hasta que fue nombrado gobernador de la isla de Trinidad en 1784. Desde 1795 los británicos estaban combatiendo en el Caribe una serie de revueltas de esclavos libres y apoyadas por los franceses en las islas de San Vicente, Granada y Santa Lucía, ya de soberanía británica en aquellos años. Las tropas terrestres estaban al mando de sir Ralph Abercromby, un antiguo oficial retirado del servicio activo a la política que había regresado al ejército con ocasión de la guerra contra Francia de 1793. Días antes de la firma del tratado de San Ildefonso entre España y la República Francesa, el 4 de agosto de 1796 partió del puerto de Cádiz una flota al mando del Marqués del Socorro con destino a Cuba. Tres días de después, como consecuencia de la apertura de las órdenes secretas, una escuadra de cinco navíos y una fragata, al mando de don Sebastián Ruiz de Apodaca, se separó de la flota y puso rumbo a la isla de Trinidad, donde debía llevar tropas y refuerzos de pertrechos y materiales. El almirante Chacón, que sabía de las intenciones británicas de hacerse con la isla en la primera oportunidad que tuvieran, había puesto en conocimiento de la corte de Madrid el estado de indefensión en el que encontraba la isla, pues apenas contaba con dos centenares de soldados, muchos enfermos de malaria y con poca munición. De hecho, en enero de 1797 informó que las obras de fortificación avanzaban muy despacio por la falta de dinero para pagar a los trabajadores[01]. Por ello recibió con alivio la escuadra de Ruiz de Apodaca cuando llegó el 14 de septiembre, que le proporcionaba cinco buques de guerra con un total de 336 cañones distribuidos como sigue:
Relación de los buques de guerra de la escuadra de don Sebastián Ruiz de Apodaca. El navío San Vicente era su buque insignia. La alegría inicial duró poco, pues en seguida se declaró una epidemia entre la tropa y marinería que dejó un tercio de ellos fuera de combate. Además, el 7 de octubre el rey Carlos IV publicó la declaración de guerra contra Inglaterra. Cuando se conoció en el Caribe el estado de guerra entre España e Inglaterra, el gobernador francés de la isla de Guadalupe envió despachos al gobernador Chacón avisándole de la concentración de barcos ingleses en la isla Barbada y ofreciéndole socorros de víveres, dinero y 1.000 soldados escogidos. Así mismo, el cónsul francés en Puerto España puso a disposición del gobernador español 280 hombres y un depósito de fusiles que tenía en una embarcación de la República Francesa anclada en el puerto. Pero el gobernador Chacón los rechazó, quizás no fiándose aún de la conducta de sus nuevos aliados franceses[02] .
A las 11:30 horas de la mañana del 16 de febrero de 1797 el comandante del cuartel de Carinage, don Esteban María Noel, daba parte de ser avistada la escuadra británica en las proximidades del puesto vigía de Maquiripo . Se trataba de la escuadra del almirante Henry Harvey, gobernador británico de las Islas de Sotavento desde abril, una formidable fuerza de combate de 18 buques de combate y 880 cañones en total distribuidos como sigue:
Relación de los buques de guerra de la escuadra del almirante Henry Harvey, gobernador británico de las Islas de Sotavento desde abril de 1796. Su buque insignia era el Prince of Wales. Escoltaba a una flota de transporte de unas doscientas embarcaciones para un cuerpo de desembarco de unos 3.130 soldados (otras fuentes hablan del doble, 6750 hombres), al mando del general Abercromby[03].
Retrato de Sir Ralf Abercromby, de Reynols, que se conserva la National Portrait Gallery de Londres. Nació el 7 de octubre de 1737 en Menstrie (Escocia). Estudió derecho en las universidades de Edimburgo y Leipzig. A su regreso a Inglaterra ingresó en el ejército en 1756. Después de prestar servicio en la Guerra de los Siete Años se retiró del ejército y fue miembro del Parlamento Británico. Regresó a la vida militar en 1793 en la guerra contra Francia, donde encabezó un brillante repliegue en Flandes durante el invierno de 1794. Tras la aparición de la flota enemiga, las medidas adoptadas por el gobernador Chacón fueron las siguientes[04]:
Evacuación de la capital de la isla, Puerto España, llevada a cabo a primeras horas del día 17, pues "hizo a cosa de las 9 del mismo día publicar en la Villa a son de Tambor, por el Regidor Don Luis Centeno, su vando para que las Mugeres, los Niños, los Viejos y los Enfermos saliesen luego de la Villa con sus efectos los mas preciosos y los biberes que pudiesen llevar..."
Orden de abandonar el puesto a los soldados que guarnecían Maquiripo, al mando del comandante Noël y el teniente don Juan Bautista Alcalá, y que se retirasen a Puerto España.
El propio almirante Chacón añade lo siguiente en su relación de los hechos:
"Los vecinos de Santa Ana, la Ventilla y Aricagua pasaron a guarnecer el reducto número 1. Los de Diego Martín y Mucurapo, a la batería de Cucurito. Los 280 ciudadanos de la República Francesa se reunieron en Casa del Cónsul Francés y se formaron en 2 Compañías. La 1ª a fuerza de instancias obtuvo las Armas. La 2ª no pudo jamás llegar a obtener estos fabores, se les propuso de ir a Chagüaramas para defender la Esquadra i aceptaron con condición que les armase en el Puerto para atravesar 4 Leguas de País sobre la costa dende los Enemigos se dejaban ver ya, esto se les negó y reusaron de ir a Chagüaramas..."
La escuadra de Ruiz de Apodaca estaba fondeada en Chagüaramas y varios buques británicos le bloquearon la salida sin que los españoles hicieran nada por impedirlo. Esa noche se celebró un consejo de guerra en el buque insignia, el San Vicente, donde se votó no salir a combatir sino quemar las naves para impedir que cayesen en manos del enemigo y unirse a la resistencia en tierra. Sobre las doce de la noche los buques comenzaron a arder; los marineros y tropa embarcada, un total aproximado de unos 600 hombres, desembarcó en el puerto de Chagüaramas al mando del capitán de navío don Bernardo Escalante[05], uniéndose al cuerpo de milicias de blancos y morenos mal armados que tenía el gobernador Chacón. Así se relata en el parte del almirante Chacón:
"El 17, la Villa de Puerto España se halló en la mayor consternación, a cosa de media noche los 4 Navíos de Línea se vio arder. Y se vio llegar con una parte de sus Equipages al Gefe de Esquadra Don Sebastián Ruiz de Apodaca el que había hecho quemar la Esquadra y que venía con la jente a Defender la Ysla, de concierto con las tropas de Tierra."
Entretanto, la suerte quiso que el San Dámaso no se incendiase, y que los británicos llegasen a tiempo para salvarlo, apoderarse de él y unirlo a su flota de guerra.
Los británicos desembarcaron al amanecer del día 17 de febrero en tres puntos diferentes. Su abrumadora superioridad numérica hizo retroceder a los españoles en toda la isla, de manera que a la ocho de la tarde el general Abercromby ordenó el alto el fuego y envió un comunicado al almirante Chacón, que se había retirado a la antigua capital de San José de Oruña, en el que reconocía su valor y le ofrecía una rendición con honores.
El 18 de febrero el gobernador Chacón decidió capitular en contra del parecer de todos sus subordinados. He aquí el texto de la capitulación[06]:
ARTÍCULOS DE CAPITULACIÓN PARA LA ENTREGA DE LA ISLA DE TRINIDAD ENTRE EL EXCMO. SR. RALPH ABERCROMBY, CAVALLERO DEL BAÑO, COMANDANTE EN GEFE DE LAS FUERZAS TERRESTRES DE S.M.B., EL EXCMO SR. ENRRIQUE HARBEY ESCUDERO, ALMIRANTE DE LA ESQUADRA ROXA Y COMANDANTE EN XEFE DE LAS FUERZAS NAVALES DE S.M.B. Y EL SR. DON JOSEF MARÍA CHACÓN, CAVALLERO DEL ORDEN DE CALATRABA, BRIGADIER DE LA REAL ARMADA, GOVERNADOR COMANDANTE GENERAL DE LA ISLA TRINIDAD Y SUS AGREGADAS, SUBINSPECTOR GENERAL DE LAS TROPAS DE SU GUARNICIÓN.
Art. 1º. Los oficiales y Tropas de S.M.C. y sus aliados en la isla de Trinidad, se rendirán prisioneros de guerra, y han de entregar el territorio, fuertes, edificios, armas, municiones, caudales, efectos, planos y almacenes pertenecientes a S.M.C. con ymbentarios exactos de todo, y serán transferidos a S.M.B. en la misma manera y posición que han sido antes tenidos para S.M.C.
2º. Las tropas de S.M.C. marcharán con todos los honores de la guerra, y echarán armas a tierra a la distancia de trescientos passos de los fuertes que ocupan a las cinco de la tarde de este día diez y ocho de febrero.
3º. A todos los oficiales y tropas antes dichas de S.M.C. se les concede el derecho de guardar los bienes de su pertenencia, y los oficiales tienen el permiso de llebar sus espadas.
4º. El Sr. Xefe de la esquadra Don Sebastián Ruiz de Apodaca, hallándose en tierra en la isla con sus oficiales y gente, después de haver quemado y abandonado los navíos pertenecientes a la esquadra de su mando, serán incluydos en esta capitulación bajo los mismos términos que le son concedidos a las tropas de S.M.
5º. Los prisioneros se embiarán a España en Europa, luego que se puedan encontrar barcos propicios para el efecto, y se mantendrán como tales prisioneros de guerra hasta que sean cangeados por Cartel que se haga entre las dos naciones o hasta la paz a saver que no servirán contra la Gran Bretaña ni sus aliados hasta que sean cangeados.
6º. Haviendo algunos oficiales en la Tropa de S.M.C. cuyos negocios particulaes les obliguen ir a diferentes parages del continente de América, les será permitido el ir bajo su palabra de honor por seis meses más o menos, después de cuyo periodo deven retornarse a Europa, pero como el número de éstos deve ser limitado, el Sr. Don Josef María Chacón dará una lista a los comandantes británicos de los nombres de dichos oficiales con sus graduaciones, y el nombre del paraje donde vayan.
7º. Los oficiales de Real Hacienda, después de hecha la entrega de los Almacenes que están a su cargo a las personas que se mombraren por los Comandantes Británicos, recogerán recivos de éstas, según se acostumbra en semejantes casos.
8º. Todos los bienes particulares de los havitantes, así españoles de origen como de los naturalizados, les serán preserbados.
9º. Todos los Archibos serán conservados en los oficios donde ahora estén, y todos los contratos o compras que hayan sido hechos hasta ahora entre individuos particulares según las Leyes de España, continuarán buenas y válidas por el Gobierno Británico.
10º. A los empleados que posean bienes raíces en Trinidad les será permitido de continuar en la Isla, haciendo juramento de fidelidad a S.M.B., y a más les será permitido si gustan de vender o disponer de sus propiedades de retirarse a otra parte.
11º. Los havitantes tendrán el libre uso de su religión.
12º. La gente de color libre que ha sido reconocida por tal según las Leyes de España continuarán lo mismo, y serán protegidas tanto en sus personas como en sus bienes en los mismos términos que los otros havitantes, después de haver hecho el juramento de fidelidad.
13º. Los soldados y marineros de S.M.C. serán mantenidos por el Govierno Inglés desde el tiempo de entregar sus armas, cuyos gastos serán regulados por cartel entre las dos naciones.
14º. Los enfermos de la tropa española serán cuydados, pero asistidos vajo la inspección de sus propios profesores.
15º. Todos los havitantes de Trinidad deverán prestar juramento de fidelidad dentro de treinta días de la fecha déste, y se mantendrán quietos y fieles al Govierno Británico, bajo pena de ser embarcados y mandados fuera de la Isla.
Hecho en Puerto de España, en la Isla Trinidad, el día diez y ocho de febrero de mil setecientos noventa y siete.
Firmado por Ra. Abercromby, Henrique Harvey y Josef María Chacón.
Es copia del original.
A.G.I., Estado, 66.
Debido a la facilidad con que habían tomado la isla de Trinidad, la armada británica decidió probar suerte en Puerto Rico, y el 17 de abril de 1797 se presentó con 60 buques ante la isla. Pero esta vez los españoles resistieron y los ingleses tuvieron que retirarse.
De regreso en España, los responsables de la defensa y entrega de la isla fueron procesados, sin embargo el tribunal militar les absolvió de toda culpa por la superioridad inglesa y la escasez de medios. Pero el rey Carlos IV no aceptó la sentencia y ordenó revisar la causa en 1801[07]:
El almirante Chacón fue desterrado y desposeído de sus cargos; murió en el transcurso de su destierro.
Sebastián Ruiz de Apodaca fue privado de empleo de forma permanente; no obstante, su causa fue revisada y murió en 1818 rehabilitado y con el grado de teniente general de la Armada, pero sin destino.
Los cinco capitanes de navío y fragata fueron suspendidos por cuatro años; José Jordán, el comandante del San Dámaso, alcanzó el grado de jefe de escuadra en 1825, a los 75 años de edad; murió en el asilo de desvalidos de Cádiz a los 83 años.
Sir Ralph Abercromby falleció el 28 de marzo de 1801 como consecuencia de las heridas recibidas al tratar de expulsar a los franceses de Egipto. A su muerte se convirtió en uno de los grandes héroes británicos, por sus victorias y su celo e ímpetu a la hora de renovar la disciplina y reputación del Ejército Británico. Está enterrado en la iglesia de San Pablo de Londres, en un grandioso sepulcro de mármol a petición de la Cámara de los Comunes.
Henry Harvey regresó a Inglaterra en 1799 izó su bandera insignia en el HMS Royal Sovereign como segundo jefe de la Flota del Canal hasta la paz de Amiens (1801), momento en que retiró de la Armada. Ya retirado, en 1804 fue ascendido a almirante; murió en 1810.
Pese a las reclamaciones españolas, Gran Bretaña no accedió a devolver la isla. A pesar de las gestiones del embajador español en París, don Félix de Azara, y de tratarse del único territorio conquistado por los ingleses en toda la guerra, España se vió obligada a ceder las islas de Trinidad y Tabaco (Tobago en inglés) a la Pérfida Albión en el tratado de Amiens, firmado el 27 de marzo de 1802, por el que se ponía fin a una guerra que había comenzado en 1796.
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NOTAS:
[01] Antonio Laborda. La ocupación de la isla Trinidad por los británicos en 1797. Revista electrónica “Todo a Babor”. (www.todoababor.es) [02] István Szászdi León-Borja. "Después del tratado de Basilea. Ideología, usos y costumbres de guerra en el ataque británico de 1797 a la isla de Puerto Rico." Universidad de Valladolid. Iura Vasnoniae, 4/2007, 389-414. (tomado de Internet). [03] La relación de buques de ambas escuadras está extraída del artículo de Antonio Laborda. [04] István Szászdi León.Borja, obra citada. Incluye las citas del documento documento Relación que hace la Colonia de la Trinidad de Barlovento de todo lo que á pasado desde las primeras apariencias de Guerra con la Inglaterra hasta la declaración en los días 16, 17, y 18 de Febrerode 1797, que fue ella bergonzosamente entregada por su Governador Don Joseph Maria Chacón. Servicio Histórico Militar Madrid, 5-2-1-6. Zapatero , Juan Manuel, La Guerra del Caribe en el siglo XVIII, San Juan de Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertoriqueña, 1964. [05] Laborda, obra citada. [06] Rosario Sevilla Soler. Inmigración y cambio socioeconómico en Trinidad (1783-1797), Apéndic VIII, pág. 227 y ss. Escuela de estudios hispanoamericanos. Consejo superior de investigaciones científicas. [07] Laborda, obra citada. |