HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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INCIDENTE DE LA BAHÍA DE NOOTKA (1789 - 1790)

Grave crisis política entre España y el Reino Unido que supuso la liquidación del Pacto de Familia entre España y Francia

En abril de 1789 hubo un incidente entre españoles y británicos en la bahía de San Lorenzo o de Nootka, situada en la costa occidental de la isla de Vancouver. El apresamiento de barcos comerciantes ingleses por los españoles originó una serie de protestas y notas que fueron tomados por el Reino Unido como "casus belli" y encendió una crisis que pudo haber finalizado en guerra abierta entre las dos naciones.

Hacía escasamente cuatro meses que en España reinaba Carlos IV, subido al trono a raiz de la muerte de su padre el 14 de diciembre del año anterior. D. José Moniño y Redondo, Conde de Floridablanca, era el Secretario de Estado del gobierno desde 1777. En 1779 había renovado el "Pacto de Familia" con el rey Luis XVI, primo del rey Carlos IV.

Descubrimiento de la bahía (1774 - 1778)
Explotación comercial de pieles (1785 - 1789)
España reclama la soberanía de Nootka (1789)
Amenaza de guerra: el Reino Unido moviliza y España pide ayuda a Francia
España cede ante las amenazas británicas (1790)
España abandona el Pacífico Norte (1791 - 1795)




Descubrimiento de la bahía (1774 - 1778)

Toda la costa occidental de norteamérica a aguas del Pacífico Norte era considerada por España como parte integrante del Virreinato de Méjico. Sin embargo, la corona no había hecho nada por tomar posesión efectiva de las tierras del norte. Por ello, se mantenía vigilante ante los avances de los rusos sobre el estrecho de Bering y las tierras de Alaska. Especial preocupación hubo debido a la alianza que mantuvieron Inglaterra y Rusia y que pudo suponer una amenaza para los intereses españoles durante la guerra de Independencia americana.

En una de esas misiones de vigilancia un tal Juan José Pérez Hernández, capitán del navío Santiago, fue el primero en fondear en la bahía de San Lorenzo de regreso de su sigladura al norte en las islas Reina Carlota. Allí entró en contacto con sus habitantes, los indios "mowachaht" y "muchalat", quienes vivían principalmente de la pesca de la ballena. No obstante, no hay constancia de que el capitán Pérez Hernández desembarcase en tierra firme, y se cree que se dedicó a comerciar desde su navío fondeado en Punta Esteban, al sur de Yuquot al sureste de la isla de Nootka. Al año siguiente, en 1775, una segunda expedición marítima española recorrió las aguas del norte del Pacífico. Estaba formada por los barcos Santiago, al mando de Bruno de Hezeta, y Sonora, al mando de Juan Francisco de la Bodega y Cuadra.

Tres años más tarde llegarían los británicos, empeñados entonces en el reconocimiento del océano Pacífico para el establecimiento de nuevas rutas comerciales. El capitán James Cook estaba realizando su tercer y último viaje por el océano Pacífico para tratar de encontrar el Paso del Noroeste entre los océanos Pacífico y Atlántico. Había partido el 12 de julio de 1776 al mando de los navíos H.M.S. Resolution y H.M.S. Discovery, y alcanzado la costa oeste de América en febrero de 1778. El 31 de marzo de 1778 el capitán Cook ancló en un punto de la bahía al cual llamó Resolution Cove.

Cuando Cook había enfilado con sus barcos la zona de Yuquot, un grupo de indígenas apareció en sus barcas gritándole "itchme nutka, itchme nutka". Cook pensó que los nativos se referían de este modo al nombre de la zona, por lo que la bautizó como Nootka; en realidad los nativos le decían "date la vuelta, date la vuelta", refiriéndose a que se dirigiera a la zona costera más protegida de Yuquot.

Antes de proseguir su viaje hacia el mar y el estrecho de Bering, el capitán Cook se reunió con el jefe Maquinna, quien era el más influente de los jefes de los nativos que de la costa oeste de la isla de Vancouver. Asímismo, Cook reclamó el territorio para Gran Bretaña, si bien no construyó ningún establecimiento permanente en tierra. No obstante, sus experiencias comerciales con pieles con los nativos y la publicación de sus diarios en 1785 inició una carrera para hacerse con el mercado de pieles de la zona.

Explotación comercial de pieles (1785 - 1789)

La Compañía de las Indias Orientales fue la primera en incorporarse al mercado de las pieles. En 1785 el barco Sea Otter, al mando de Hanna, y en 1786 el Experiment, al mando de James Strange, ambos de la citada compañía, fueron los primeros barcos comerciales en visitar Yuquot. Para entonces los británicos estaban ya establecidos en las islas Sandwich (Hawaii) desde 1786. En 1788 se crearon nuevas compañías comerciales, y el capitán John Meares trajo a la bahía de San Lorenzo artesanos europeos y chinos. El capitán John Meares, teniente retirado de la Royal Navy, acompañado por el capitán Willian Douglas, construyó un dique y un pequeño puerto en tierras que dijo haber comprado al jefe Machinna, en el que construyó el barco Northwest America.

La isla de Nootka, adyacente a la de Vancouver (que se consideraba entonces como parte integrante del continente, hasta que las expediciones de Galiano y Valdés demostraron lo contrario), reunía una doble importancia comercial y estratégica: ofrecía un puerto natural abrigado, una base estratégica para dominar el supuesto paso del Noroeste, y un centro comercial de primer orden, dada su posición en el centro de una importante región peletera y de fácil comunicación marítima con China y las posesiones españolas de California.

Entre 1787 y 1791 el capitán americano John Kendrick Jr. comerció por la zona con su barco Columbia, de Boston, el cual daría nombre posteriomente al rio Columbia y al estado canadiense de la Columbia Británica. En un trato con los indígenas, recibió pieles por un valor de 8.000 dólares a cambio de baratijas de no más de 100 dólares. Pronto las pieles se venderían en los mercados de Londres a 4.000 dólares, lo que atraería la atención de los europeos a esta nueva zona de influencia económica.

España reclama la soberanía de Nootka (1789)

Mientras tanto, España desconocía las actividades británicas y americanas y seguía preocupada por los indicios que indicaban un avance al sur de los rusos. En 1788 el virrey de Nueva España don Manuel Flórez envió al norte una nueva expedición de reconocimiento. Estaba al mando del alférez de navío Esteban José Martínez, que zarpó del puerto de San Blas el 8 de marzo de 1788. En su travesía marítima encontró a los rusos en Kodiak y Unalaska, e informó que era posible que se establecieran en la bahía de Nootka, situada a mil millas al norte de la base española de Monterey y a dos millas al sur de la base rusa de la Bahía de Tres Santos.

En su informe a la Corona, el virrey Flórez notificó su decisión de una ocupación fingida de Nootka, con objeto de anticiparse a los rusos o a cualquier otro extranjero. Y de este modo organizaó una segunda expedición al mando del alférez de navío Martínez y de Gonzalo López de Haro para construir un fuerte en la isla de Nootka. El ministro de Indias, don Antonio Valdés, confirmó estos extremos.

La expedición del alférez de navío Martínez partió de San Blas el 19 de febrero de 1789. Aparte del contingente de soldados, dormaban parte de ella un sacerdote jesita, un médico y una partida de varias cabezas de ganado. Tras una travesía de dos meses y medio, la expedición llegó a la bahía de Nootka el 5 de mayo. Allí se encontró con una situación totalmente inesperada: la presencia de dos buques norteamericanos, el Columbia y el Lady Washington, y el paquebote británico Ifigenia Nubiana. Las relaciones de Martínez con John Kendrick, que era quien estaba al mando de los dos navíos norteamericanos, fueron cordiales. De hecho acabaría convertido al catolicismo por el sacerdote jesuita de la expedición española, contratado como piloto de los españoles y anuncando su intención de buscar la nacionalidad española.

Sin embargo, sus relaciones con los británicos fueron muy otras. El capitán Meares se hallaba ausente comerciando con los nativos en el Northwest America, y había dejado al capitán Douglas encargado del asentamiento y del paquetote Ifigenia Nubiana. Éste era de propiedad británica, pero navegaba bajo pabellón portugués y con un capitán de esta misma nacionalidad, un tal Carvalho. Sin embargo era evidente que el mando efectivo lo ejercía el capitán Douglas, por lo que Martínez le solicitó sus papeles e instrucciones para examinarlos. Aparentemente todo estaba en regla, pero el alférez de navío Martínez retuvo al capitán Douglas unos días, ya que no encontraba claras sus instrucciones. Finalmente liberó a Douglas tras la firma de un documento por el que los propietarios del buque se comprometían a pagar el rescate del navío en caso de que el virrey de Nueva España considerase que era una buena presa para retener.

Mientras estuvo retenido, los españoles permitieron la reparación y aprovisionamiento del Ifigenia Nubiana, ya que Douglas anunció a Martínez que esperaba la llegada de un segundo buque, el Northwest America, informándole que pertenecía a la compañía portuguesa de Carvalho y que el nuevo buque se haría cargo del pago de las especies que él había obtenido de los españoles. Un día, en contra de lo convenido, el capitán Douglas escapó con el Ifigenia Nubiana dirigiéndose al Norte. El 9 de junio arrivó a la bahía el Northwest America, y Martínez se apoderó de él y de su tripulación según lo acordado con el capitán Douglas.

Cinco días más tarde, el 14 de junio llegó a Nootka la balandra Princess Royal enarbolando pabellón británico. Traía noticias de la bancarrota de la compañía portuguesa de Carvalho, contra quien el alférez de navío Martínez tenía cartas de débito; en consecuencia, y como Carvalho era también propietario de la Princess Royal, Martínez retuvo provisionalmente a la balandra como garantía de la deuda.

Pero la balandra no era sino la vanguardia de la expedición del capitán James Colnett, quien fondeó en Nootka a los pocos dias al mando del paquebote Argonauta, también de pabellón británico. El capitán traía instrucciones del capitán Meares para establecer una factoría en Yuquot. Martínez le visitó a bordo de su buque, y le informó que había tomado posesión de la isla, y que sólo le autorizaba a aprovisionarse de madera y agua. Colnett intentó eludir la entrega de sus instrucciones a Martínez y trató de marchar precipitadamente; pero Martínez le arrestó y sus buques quedaron tomados como presas y enviadas a San Blas.

Por su parte, el capitán Meares escapó en el Nortwest America y marchó al Reino Unido y dió a conocer en Londres la noticia del apresamiento y exageró la cuantía de sus pérdidas. El incidente causó gran malestar en el Reino Unido, que pronto se mostraría dispuesta a ir a la guerra para hacer valer sus derechos de asentamiento y comercio en la zona.

Los británicos no fueron los únicos en ser apresados por el alférez de navío Martínez. En octubre de 1789 apresó la frágil embarcación Fair America, al mando de un joven capitán de 18 años llamado Thomas Humphrey Metcalfe. Éste había partido de Macao el 5 de junio y cruzado el Pacífico norte en 42 días de navegación hasta Unalaska. Martínez envió presos al joven capitán, su tripulación de tan solo cinco hombres y el barco a San Blas.

Mientras tanto, los españoles construyeron un fuerte de madera, emplazaron un cañón de 16 pulgadas y edificaron un edificio a modo de cuartel general, barracones para la tropa, una panadería, una carpintería y establos. Cultivaron huertos y establecieron un cementerio.

Amenaza de guerra: el Reino Unido moviliza y España pide ayuda a Francia

A la llegada de los buques británicos, el virrey Flórez ordenó la inmediata liberación del capitán Colnett y los marinos, la descarga de los buques y el inventario de la carga. Por su parte, el embajador español en Londres, el marqués de Campo, presentó una protesta ante la corte británica en febrero de 1790 solicitando que nunca se repitiese una violación del espacio de soberanía español. Pero la respuesta británica fue muy distinta a la esperada: el 26 de febrero exigió la devolución de los barcos apresados, y el 16 de mayo solicitó "una satisfacción proporcionada a la injuria hecha a los vasallos del rey de Inglaterra, en donde tienen derechos al ejercicio libre y sin interrupción de navegar, comerciar y pescar y a la posesión de los establecimientos que formen con el consentimiento de los naturales del país en lugares no ocupados por otras naciones europeas." Seguidamente, el Reino Unido inició unos costosos preparativos militares para demostrar que su embite iba en serio.

Ante este estado de cosas, el rey Carlos IV y su mistro Floridablanca se vieron obligados también a hacer preparativos de guerra, aunque sin hacer tanto gasto como los británicos y sin llevar a cabo levas de marineros ni a la formación de un ejército de operaciones, puesto que su intención no era entablar una nueva guerra. Para ello aprestó una escuadra al mando del Marqués del Socorro formada por 26 navios de línea, 11 fragatas y algunos bergantines. Estaba formada por tres divisiones navales:

Mientras tanto, la crisis iba subiendo de tono. El 13 de junio envió una nota a Londres resumiendo todos los argumentos españoles. Tres dias más tarde, el 16 de junio, los ingleses contestaron con otra nota que parecía un ultimatum y solicitaba la satisfacción del insulto, la devolución de los barcos y la indemnización a los propietarios. El 18 de junio Floridablanca remitió una contrapropuesta razonable: el arbitrio de un monarca europeo escogido por el Reino Unido, aceptar los hechos consumados, y que España daría satisfacción a condición de que fuese el Reino Unido quien diese satisfacción a España en caso de que se demostrase que aquella había violado los derechso de ésta.

El marqués del Socorro tomó posesión el 14 de junio, y un més mas tarde, el 10 de julio, recibió la orden de sacar su flota al mar y apostarse en el cabo de San Vicente, ya que cuatro fragatas británicas se habían acercado a las costas de Cádiz y una flota británica al mando del almirante Barrington había abandonado el puerto de Portsmouth. Pero las cuatro fragatas se alejaron y la flota de Barrington se dedicó a recorrer el canal de la Mancha.

Con todo, el gobierno británico pidió explicaciones al español sobre las causas del movimiento de su flota, a que Madrid contestó que se trataba de estar preparados contra presuntos problemas en Ultramar.

Entre tanto, los preparativos británicos iban en aumento, desequilibrando la balanza en contra del mermado poderío español. El montante total de lo gastado en la crisis se cifró en un valor de 3 millones de libras esterlinas que dejaron muy mermado el tesoro británico:

  • aprestó dos escuadras con víveres y municiones para más de cuatro meses. La primera al mando del almirante Rowe, formada por 49 navios de línea, 24 fragatas y varios buques menores. La segunda al mando del almirante Rood, formada por 13 navios de línea y algunas fragatas. Ambos almirantes fueron rodeados de un gran número de oficiales y contramaestres en labores de asesoramiento y apoyo y para completar las plantillas de las dos escuadras.

  • reclutó 30.000 marineros procedentes de diversos buques mercantes atracados en diferentes puertos de Europa y destinados a ambas escuadras.

  • formó un ejército de 10.000 soldados procedentes de diversos cuerpos y regimientos de los más instruidos de la Metrópoli.

  • organizó 100 compañías de voluntarios, a cada uno de los cuales dió 5 guineas por su enganche.

El desequilibrio de fuerzas obligó a Carlos IV a invocar el Pacto de Familia ante su primo Luis XVI. Éste, informado puntualmente por el embajador de España en París, Fernán Nuñez, se mostró dispuesto a ayudar a su primo, y ordenó aprestar 14 navíos de línea para ponerlos a disposición de Carlos IV. Pero la orden del monarca debía ser aprobada por la Asamblea Nacional, donde se originó una curiosa polémica "sobre el derecho de la guerra y la paz". Según ella, el rey dirigía la política exterior y firmaba los tratados, pero la aprobación de éstos era competencia de la Asamblea. Así mismo, el monarca podría ordenar los preparativos bélicos, pero solo la Asamblea era competente para declarar la guerra y, una vez iniciada, requerir al ejecutivo para negociar la paz.

Así las cosas, al analizar informalmente la petición española de 30 navios de línea, la Asamblea Nacional francesa se negó a cumplir lo estipulado en el pacto. El 22 de mayo de 1790 declaró solemnemente, a propuesta de Robespierre y Pétion, que renunciaba a la guerra como instrumento de conquista, y que "jamás emplearía sus fuerzas contra la libertad de pueblo alguno". Tampoco reconocía como válido cualquier tratado que no hubiese sido ratificado expresamente por el pueblo francés; tan solo se mostraba dispuesta a firmar "pactos nacionales" con "pueblos justos".

Entretanto, los británicos hacían lo que estaba a su alcance para obstaculizar el posible apoyo de Francia a España. Para ello enviaron a dos agentes ingleses, Miles y Elliot, con el fin de sobornar a Mirabeau. Además, las dos escuadras británicas salieron de sus puertos de Plymouth y Spithead en agosto de 1790 como medida de presión política ante los españoles. Estuvieron recorriendo el Canal de Mancha haciendo maniobras y ensayando un nuevo sistema de señales hasta que se resolvió la crisis en octubre de ese mismo año.

Carlos IV quiso enviar la petición formal del cumplimiento del Pacto de Familia a partir del 16 de junio, fecha del cuasi-ultimatum británico, pero se vió forzado a demorarla por la cercanía a la festividad revolucionaria del 14 de julio. Carlos IV se avino al aplazamiento, pero tanto él como Floridablanca estaban ya convencidos de que el pacto era letra muerta.

España cede ante las amenazas británicas (1790)

Dadas las circunstancias, el Conde de Floridablanca se vió obligado a ceder ante las demandas y poderío británicos. El 24 de julio se había firmado en Madrid el Convenio de Nootka entre el conde de Floridablanca y el enviado inglés Fizt-Herbert. En él se dejaba la puerta abierta a una salida, ya que España se mostraba dispuesta a dar satisfacción al Rein Unido, a devolver los barcos apresados, a indemnizar a sus propietarios y a insistir en el derecho que le asistía a establecerse en Nootka. Por su parte el Reino Unido aceptaba las satisfacciones españolas y manifestaba su derecho a establecerse en Nootka.

Durante el mes de agosto el Comité diplomático designado por la Asamblea para estudiar la nota de Carlos IV aceptó armar 30 navíos y declaró que apoyaría a España en caso de que éste fuese atacada, dejando la discusión del Pacto para otra ocasión, De acuerdo con los principios programáticos de la Asamblea, Mirabeau propuso el 23 de agosto de 1790 que el Pacto de Familia se convirtiera en un pacto nacional con finalidad exclusivamente defensiva. La Asamblea aceptó la propuesta, y tras un brillante discurso de Mirabeau en el que hizo un panegírico de la noble nación española, "ese pueblo magnánimo" que no había dudado en ayudar a Francia en 1761, ordenó armar 45 navíos de línea, que serían puestos a disposición de España cuando ésta se decidiera a firmar el pacto. Pero las condiciones de invocación del pacto y el emplo de los buques eran tan restrictivas que lo hacían prácticamente inútil.

Por otra parte, la escuadra de Brest, sobre cuya base se estan armando los 45 navíos, fue disuelta en septiembre debido a un motín de marinería que estalló entre ellos. Además, tan solo comenzaron a armarse 15 de los 45 buques.

Así las cosas, el preacuerdo de julio firmado entre Floridablanca y Fizt-Herbert se convirtió el 28 de octubre de 1790 en un acuerdo de ocho artículos firmado entre el Reino Unido y España por el cual ésta se comprometía a:

La crisis se resolvió sin guerra, pero puso de manifiesto no solo la debilidad de España como potencia, sino que se había quebrado toda la política de seguridad de España, basada en la dependencia de los Pactos de Familia con Francia.

España abandona el Pacífico Norte (1791 - 1795)

En agosto de 1791 el comodoro Alejandro Malaspina, explorador italiano al servicio de España, guió una expedición a las costas del Pacífico Norte. Francisco de Eliza y Jose María Narvaez estaban explorando el estrecho de Juan de Fuca y cartografiando la zona. Pero los trabajos tuvo que abandonarse al caer los hombres de Eliza enfermos de escorbuto. El destacamento español de Nootka estaba al mando del alférez de navío don Manuel Saavedra, comandante de la fragata Concepción, cuya fuerza de tierra consistía en una compañía suelta del Regimiento de Voluntarios de Cataluña al mando del capitán don Pedro Alberni.

En 1792 el capitán Juan Francisco de la Bodega y Quadra fue nombrado gobernador español de Nootka. Por su parte, Dionisio Galiano y Cayetano Valdés, a bordo del Sutil y del Mejicana respectivamente, alcanzaron aquellas aguas para finalizar el trabajo de Eliza. Por su parte, el capitán George Vancouver fue a Nootka a entrevistarse con el capitán Quadra y poner en práctica el Convenio de Nootka. Los dos capitanes no se pusieron de acuerdo, y el conflicto acabó resolviéndose dos años más tarde a través de instancias superiores.

El 11 de enero de 1794 se firmó un tratado en Madrid entre el Barón de Saint Helens por parte del Reino Unido y el Duque de Alcudia por parte de España. El tratado permitía el libre acceso a la bahía de Nootka a ambas naciones, sin embargo España evacuó sus posesiones el 2 de abril de 1795 para no volver jamás.





FUENTES: