Amenaza de guerra: el Reino Unido moviliza y España pide ayuda a Francia
A la llegada de los buques británicos, el virrey Flórez ordenó la inmediata liberación del capitán Colnett y los marinos, la descarga de los buques y el inventario de la carga. Por su parte, el embajador español en Londres, el marqués de Campo, presentó una protesta ante la corte británica en febrero de 1790 solicitando que nunca se repitiese una violación del espacio de soberanía español. Pero la respuesta británica fue muy distinta a la esperada: el 26 de febrero exigió la devolución de los barcos apresados, y el 16 de mayo solicitó "una satisfacción proporcionada a la injuria hecha a los vasallos del rey de Inglaterra, en donde tienen derechos al ejercicio libre y sin interrupción de navegar, comerciar y pescar y a la posesión de los establecimientos que formen con el consentimiento de los naturales del país en lugares no ocupados por otras naciones europeas." Seguidamente, el Reino Unido inició unos costosos preparativos militares para demostrar que su embite iba en serio.
Ante este estado de cosas, el rey Carlos IV y su mistro Floridablanca se vieron obligados también a hacer preparativos de guerra, aunque sin hacer tanto gasto como los británicos y sin llevar a cabo levas de marineros ni a la formación de un ejército de operaciones, puesto que su intención no era entablar una nueva guerra. Para ello aprestó una escuadra al mando del Marqués del Socorro formada por 26 navios de línea, 11 fragatas y algunos bergantines. Estaba formada por tres divisiones navales:
- escuadra "blanca" o del centro, mandada por Solano.
- escuadra "blanca y azul" o de vanguardia, mandada por Mazarredo.
- escuadra "negra" o de retaguardia, mandada por Boya.
Mientras tanto, la crisis iba subiendo de tono. El 13 de junio envió una nota a Londres resumiendo todos los argumentos españoles. Tres dias más tarde, el 16 de junio, los ingleses contestaron con otra nota que parecía un ultimatum y solicitaba la satisfacción del insulto, la devolución de los barcos y la indemnización a los propietarios. El 18 de junio Floridablanca remitió una contrapropuesta razonable: el arbitrio de un monarca europeo escogido por el Reino Unido, aceptar los hechos consumados, y que España daría satisfacción a condición de que fuese el Reino Unido quien diese satisfacción a España en caso de que se demostrase que aquella había violado los derechso de ésta.
El marqués del Socorro tomó posesión el 14 de junio, y un més mas tarde, el 10 de julio, recibió la orden de sacar su flota al mar y apostarse en el cabo de San Vicente, ya que cuatro fragatas británicas se habían acercado a las costas de Cádiz y una flota británica al mando del almirante Barrington había abandonado el puerto de Portsmouth. Pero las cuatro fragatas se alejaron y la flota de Barrington se dedicó a recorrer el canal de la Mancha.
Con todo, el gobierno británico pidió explicaciones al español sobre las causas del movimiento de su flota, a que Madrid contestó que se trataba de estar preparados contra presuntos problemas en Ultramar.
Entre tanto, los preparativos británicos iban en aumento, desequilibrando la balanza en contra del mermado poderío español. El montante total de lo gastado en la crisis se cifró en un valor de 3 millones de libras esterlinas que dejaron muy mermado el tesoro británico:
aprestó dos escuadras con víveres y municiones para más de cuatro meses. La primera al mando del almirante Rowe, formada por 49 navios de línea, 24 fragatas y varios buques menores. La segunda al mando del almirante Rood, formada por 13 navios de línea y algunas fragatas. Ambos almirantes fueron rodeados de un gran número de oficiales y contramaestres en labores de asesoramiento y apoyo y para completar las plantillas de las dos escuadras.
reclutó 30.000 marineros procedentes de diversos buques mercantes atracados en diferentes puertos de Europa y destinados a ambas escuadras.
formó un ejército de 10.000 soldados procedentes de diversos cuerpos y regimientos de los más instruidos de la Metrópoli.
organizó 100 compañías de voluntarios, a cada uno de los cuales dió 5 guineas por su enganche.
El desequilibrio de fuerzas obligó a Carlos IV a invocar el Pacto de Familia ante su primo Luis XVI. Éste, informado puntualmente por el embajador de España en París, Fernán Nuñez, se mostró dispuesto a ayudar a su primo, y ordenó aprestar 14 navíos de línea para ponerlos a disposición de Carlos IV. Pero la orden del monarca debía ser aprobada por la Asamblea Nacional, donde se originó una curiosa polémica "sobre el derecho de la guerra y la paz". Según ella, el rey dirigía la política exterior y firmaba los tratados, pero la aprobación de éstos era competencia de la Asamblea. Así mismo, el monarca podría ordenar los preparativos bélicos, pero solo la Asamblea era competente para declarar la guerra y, una vez iniciada, requerir al ejecutivo para negociar la paz.
Así las cosas, al analizar informalmente la petición española de 30 navios de línea, la Asamblea Nacional francesa se negó a cumplir lo estipulado en el pacto. El 22 de mayo de 1790 declaró solemnemente, a propuesta de Robespierre y Pétion, que renunciaba a la guerra como instrumento de conquista, y que "jamás emplearía sus fuerzas contra la libertad de pueblo alguno". Tampoco reconocía como válido cualquier tratado que no hubiese sido ratificado expresamente por el pueblo francés; tan solo se mostraba dispuesta a firmar "pactos nacionales" con "pueblos justos".
Entretanto, los británicos hacían lo que estaba a su alcance para obstaculizar el posible apoyo de Francia a España. Para ello enviaron a dos agentes ingleses, Miles y Elliot, con el fin de sobornar a Mirabeau. Además, las dos escuadras británicas salieron de sus puertos de Plymouth y Spithead en agosto de 1790 como medida de presión política ante los españoles. Estuvieron recorriendo el Canal de Mancha haciendo maniobras y ensayando un nuevo sistema de señales hasta que se resolvió la crisis en octubre de ese mismo año.
Carlos IV quiso enviar la petición formal del cumplimiento del Pacto de Familia a partir del 16 de junio, fecha del cuasi-ultimatum británico, pero se vió forzado a demorarla por la cercanía a la festividad revolucionaria del 14 de julio. Carlos IV se avino al aplazamiento, pero tanto él como Floridablanca estaban ya convencidos de que el pacto era letra muerta.
España cede ante las amenazas británicas (1790)
Dadas las circunstancias, el Conde de Floridablanca se vió obligado a ceder ante las demandas y poderío británicos. El 24 de julio se había firmado en Madrid el Convenio de Nootka entre el conde de Floridablanca y el enviado inglés Fizt-Herbert. En él se dejaba la puerta abierta a una salida, ya que España se mostraba dispuesta a dar satisfacción al Rein Unido, a devolver los barcos apresados, a indemnizar a sus propietarios y a insistir en el derecho que le asistía a establecerse en Nootka. Por su parte el Reino Unido aceptaba las satisfacciones españolas y manifestaba su derecho a establecerse en Nootka.
Durante el mes de agosto el Comité diplomático designado por la Asamblea para estudiar la nota de Carlos IV aceptó armar 30 navíos y declaró que apoyaría a España en caso de que éste fuese atacada, dejando la discusión del Pacto para otra ocasión, De acuerdo con los principios programáticos de la Asamblea, Mirabeau propuso el 23 de agosto de 1790 que el Pacto de Familia se convirtiera en un pacto nacional con finalidad exclusivamente defensiva. La Asamblea aceptó la propuesta, y tras un brillante discurso de Mirabeau en el que hizo un panegírico de la noble nación española, "ese pueblo magnánimo" que no había dudado en ayudar a Francia en 1761, ordenó armar 45 navíos de línea, que serían puestos a disposición de España cuando ésta se decidiera a firmar el pacto. Pero las condiciones de invocación del pacto y el emplo de los buques eran tan restrictivas que lo hacían prácticamente inútil.
Por otra parte, la escuadra de Brest, sobre cuya base se estan armando los 45 navíos, fue disuelta en septiembre debido a un motín de marinería que estalló entre ellos. Además, tan solo comenzaron a armarse 15 de los 45 buques.
Así las cosas, el preacuerdo de julio firmado entre Floridablanca y Fizt-Herbert se convirtió el 28 de octubre de 1790 en un acuerdo de ocho artículos firmado entre el Reino Unido y España por el cual ésta se comprometía a:
devolver los buques apresados e indemnizar a sus propietarios.
renunciar a las pretensiones de España sobre los territorios del noroeste de América al norte del paralelo 42°, la actual Columbia Británica del Canadá.
La crisis se resolvió sin guerra, pero puso de manifiesto no solo la debilidad de España como potencia, sino que se había quebrado toda la política de seguridad de España, basada en la dependencia de los Pactos de Familia con Francia.
España abandona el Pacífico Norte (1791 - 1795)
En agosto de 1791 el comodoro Alejandro Malaspina, explorador italiano al servicio de España, guió una expedición a las costas del Pacífico Norte. Francisco de Eliza y Jose María Narvaez estaban explorando el estrecho de Juan de Fuca y cartografiando la zona. Pero los trabajos tuvo que abandonarse al caer los hombres de Eliza enfermos de escorbuto. El destacamento español de Nootka estaba al mando del alférez de navío don Manuel Saavedra, comandante de la fragata Concepción, cuya fuerza de tierra consistía en una compañía suelta del Regimiento de Voluntarios de Cataluña al mando del capitán don Pedro Alberni.
En 1792 el capitán Juan Francisco de la Bodega y Quadra fue nombrado gobernador español de Nootka. Por su parte, Dionisio Galiano y Cayetano Valdés, a bordo del Sutil y del Mejicana respectivamente, alcanzaron aquellas aguas para finalizar el trabajo de Eliza. Por su parte, el capitán George Vancouver fue a Nootka a entrevistarse con el capitán Quadra y poner en práctica el Convenio de Nootka. Los dos capitanes no se pusieron de acuerdo, y el conflicto acabó resolviéndose dos años más tarde a través de instancias superiores.
El 11 de enero de 1794 se firmó un tratado en Madrid entre el Barón de Saint Helens por parte del Reino Unido y el Duque de Alcudia por parte de España. El tratado permitía el libre acceso a la bahía de Nootka a ambas naciones, sin embargo España evacuó sus posesiones el 2 de abril de 1795 para no volver jamás.