HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




PRIMERA GUERRA DEL III PACTO DE FAMILIA (1762 - 1763)

ATAQUE INGLÉS A LA HABANA (5 de junio - 12 de agosto de 1762)

Conquista de La Habana por parte de los británicos, a pesar de la desesperada defensa del castillo de El Morro protagonizada por el capitán de navío don Luis de Velasco.

Antecedentes

Tras la declaración de guerra entre Inglaterra y España en el mes de enero de 1762, los británicos pasaron a la acción de forma inmediata contra las posesiones españolas en América. Su primera medida fue de tipo deceptiva, al publicar en la Gazeta de Londres su intención de ocupar la isla de Santo Domingo con objeto de forzar a los gobernadores españoles en el Caribe a concentrar en esta isla sus mejores tropas. La propia Gazeta publicó las disposiciones ficticias de los preparativos británicos [01].

Para su empresa, los británicos contaban con varios informes sobre la situación de Cuba y su sistema defensivo, remitidos desde 1756 por el almirantes Charles Knowles, gobernador de Jamaica y huésped del gobernador de la isla de Cuba, don Francisco Caxigal de la Vega [02].

Fuerzas británicas

Para el ataque a La Habana, el rey Jorge III nombró comandante en jefe de las fuerzas de desembarco al teniente general conde de Albermarle, y como comandante en jefe de la flota al almirante Pocotk.

El 5 de marzo una escuadra formada por más de sesenta buques de guerra partió del puerto británico de Spithcad rumbo a las Antillas españolas. Tras superar varios temporales que dispersaron la fuerzas en diversas ocasiones, la flota se reunió en la isla Barbaba el 20 de abril, donde la esperaba el almirante Pocotk junto con su navío de 90 cañones, el "Namur". Tras una breve diversión bélica en la que los británicos se apoderaron de La Martinica, el almirante Pototk dispuso la formación de la fuerza de ataque:

  • 74 buques de guerra.

  • Unos 150 buques de transporte.

  • Un ejército de 22.000 hombres.

  • 2.292 cañones de todos los calibres.

Tras concentrarse en aguas de La Martinica, el 6 de mayo zarparon de Cas de Navieres (Martinica) rumbo al Canal de las Bahamas. Con ello el almirante Pocotk realizó una arriesgada maniobra, pues decidió navegar en aguas peligrosas llenas de cayos que le obligaron a encender fuegos durante las noches para salvar los inmumerables escollos de aquellas aguas. No obstante, con ello consiguió tomar totalmente desprevenidos a los españoles, quienes no enviaron ninguna nave a vigilar aquellas aguas por considerarlas impracticables para un ataque de tal envergadura. Si los españoles les hubieran interceptado en el Canal de las Bahamas, se hubiera celebrado una gran batalla naval y el rumbo de la guerra hubiera sido otro probablemente.

Tras un mes de peligrosa navegación, la escuadra enemiga llegó a las costas de Cuba. El 5 de junio se halló frente a Matanzas, y el 6 de junio el teniente de Infantería don Gabriel Cubrieta, comandante jefe del Torreón de Cojimar y la Caleta, dió parte de haber descubierto a barlovento una armada enemiga de más de 200 velas [03].

Fuerzas españolas

Las autoridades militares de la isla y los personajes más relevantes en la defensa de La Habana fueron los siguientes oficiales:

  • El gobernador militar y capitán general de la isla, don Juan de Prado Portocarrero (1760-63), miembro de la Junta de Defensa.

  • Comandante jefe de la escuadra de La Habana, don Gutierrez de Evía.

  • Teniente general conde de Superunda, miembro de la Junta de Defensa.

  • Mariscal de Campo don Diego Tavares, miembro de la Junta de Defensa.

  • Ministro de Marina, don Lorenzo Montalvo, miembro de la Junta de Defensa.

  • Coronel don Carlos Caro, jefe del regimiento de Infantería de Edimburgo.

  • Coronel don Alejandro Arroyo.

  • Capitán de navío don Luís de Velasco, héroe de la defensa del castillo del Morro.

  • Capitán de navío don Francisco Medina, miembro de la defensa del castillo del Morro.

  • Capitán de navío Márquez González, miembro de la defensa del castillo del Morro.

  • Capitán de navío don Pedro Castejón, miembro de la defensa del castillo de la Cabaña.

Las fuerzas de Infantería con las que contaba la defensa española eran de por sí escasas para enfrentarse a tan poderoso enemigo, no más de 15.000 soldados, incluidas las milicias, escasos de fusiles, por lo que la suerte de La Habana parecía echada [04]. Entre ellas se encontraban:

  • los granaderos de los Regimientos de Infantería de España y Aragón, cuya mayor parte murió en el asalto final de los británicos al castillo del Morro.

  • el Regimiento de Infantería de Edimburgo.

  • los Lanceros de Santiago de Cuba, tropas voluntarias de campesinos, guajiros y morenos reclutados por el coronel don Carlos Caro en el interior de la isla. Sin apenas instrucción, estaban dotadas de gran valor y moral alta, llegando a cerrar sobre los británicos sable en mano, y asaltar sus baterías flotantes de a 12 y 16.

La situación de la Artillería también dejaba bastante que desear. En febrero de 1760 el gobernador Caxigal, dos meses antes de su relevo, informó al virrey de Méjico, don Joaquin Monserrat, sobre la necesidad de contar con al menos 595 cañones para la defensa de los castillos y fuertes de La Habana, de los que tan sólo contaba con 340, y de éstos 59 estaban inútiles, 42 desfogados y 132 en medio servicio, lo que restaba tan solo 107 utiles para ser empleados en combate. En concreto su petición fue de 255 cañones más, 136 de a 24 y 119 de a 16. Ante su insistencia, el virrey envió 37 cañones de a 24 y 32 de a 16; es decir, un total de 69 de los 255 que se pedían [05].

Por su parte, en ese año tan solo había 171 artilleros, encuadrados en dos compañías de 86 y 89 hombres cada una, insuficientes a todas luces para servir los cañones de la plaza. En 1762 se hizo un inventario de piezas, que arrojó el siguiente balance:

  • 102 piezas de artillería de bronce.

  • 249 piezas de artillería de hierro.

  • 6 morteros de bronce.

  • 1 mortero de hierro.

Las defensas de La Habana eran débiles y de poca altura. Sus muros de cantería de dos metros de espesor, sus ángulos y parapetos ofrecían una resistencia eficaz ante un asalto por desembarco, pero no ante un sitio en toda regla. A partir de 1761 el gobernador Prado inició una obras de mejora en los baluartes y murallas existentes, así como en el Cerro de La Cabaña, pero la falta de recursos materiales y humanos y las epidemias impidieron su total ejecución. En 1762 La Habana contaba con las siguientes fortificaciones:

  • Muralla de ciudad, solicitada en 1558; tras ser iniciada, parada y reiniciada en numerosas ocasiones, se terminó definitivamente en 1767, cinco años despues del asalto británico, con una longitud de 1.700 metros; en 1762 contaba con 11 baluartes.

  • Castillo de El Morro, comenzado a construir en 1589 al este de la estrecha entrada a la bahía interior de La Habana. Se levantaba imponente en una roca elevada semejante a un triángulo. Su artillería era de las más potentes de la plaza, con su baterías del Sol (12 cañones), Doce Apóstoles (12 cañones de a 36) y La Divina Pastora (14 cañones).

  • Castillo de La Fuerza, comenzado a construir en 1538 [06]. Se encontraba dentro del recinto amurallado de la ciudad y era la residencia del gobernador y el depósito de caudales. En 1762 tenía tres baterías de 23, 12 y 23 piezas respectivamente.

  • Castillo de La Punta, comenzado a construir en 1589 tras el ataque del pirata Drake al oeste de la estrecha entrada a la bahía interior de La Habana. Tenía planta cuadrada y cuatro baluartes bien montados de artillería.

  • Entre los castillos de La Punta y La Fuerza y alrededor de la bahía se hallaban otros baluartes que completaban la defensa.

  • Cerro de La Cabana: altura situada al este de la bahía de La Habana, desde donde se dominaba gran parte del castillo de El Morro, ubicado en su mismo lado de la bahía, y los de La Punta y La Fuerza, situados al otro lado. En 1761 el gobernador Prado comenzó a fortificar este cerro, pero en el momento del ataque británico los españoles tenían ta solo instalada una batería de 9 cañones. La importancia del Cerro de La Cabaña para la defensa de la plaza queda evidenciada por el hecho de que la mayor parte del bombardeo británico se realizó desde allí, y que tras el ataque británico los españoles construyeron el castillo de San Carlos en este punto.







NOTAS:

[01] Números de "The London Gazette Extraordinary", conservados en Simancas, Guerra Moderna, legajo 6.951 (años 1759-61). Citado por Caballero, La guerra del Caribe en el siglo XVIII. Pág. 296.

[02] Juan José Morón García. La Artillería en el sitio de La Habana, 1762.

[03] "Relación de la acción de la Escuadra de S.M.B. mandada por el Almirante don Jorge Pocotk, y operaciones del Exército mandado por el Excmo. Sr. Conde de Albermarle, Teniente Gral. y Comandante en Gefe de la Expedición hecha contra la Ciudad de la Havana, y disposiciones que ésta tomó para su defensa desde el 6 de Junio hasta su rendición en 12 de Agosto del Año de 1762". Servicio Histórico Militar, signatura 6.743, 4-1-1-7. Citado por Zapatero en op. cit., pág. 298.

[04] Morón García, op. cit.

[05] Archivo General de Indias, 2.113. Informe del gobernador Caxigal al virrey de México. La Habana, 1860. Citado por Morón García en op. cit.

[06] En este castillo se encontraba el cañón de 47 quintales denominado "El Salvaje", que se hizo famoso con ocasión del ataque de los piratas franceses de ese año. Citado por Morón García en op. cit.

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FUENTES:

  • Abriendo camino. Historia del Arma de Ingenieros. Tomo I. Madrid, 1997. Páginas 160-162.
  • Julio Albi y dos más. La caballería española, un eco de clarines. Tabapress, S.A. Madrid, 1992. Pág,s. 57-60.
  • Mª Dolores Herrero y tres más. La Artilería española, al pie de los cañones. Tabapress, S.A. Madrid, 1994. Pág. 87-93.