HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
Campañas




PRIMERA CAMPAÑA DE ITALIA (1494 - 1496)

CONQUISTA DEL PUERTO DE OSTIA (agosto de 1496)

Victoria del Gran Capitán sobre el aventurero vizcaíno Menaldo Guerri en nombre del papa Alejandro VI.

En su avance hacia Nápoles, el rey Carlos VIII ocupó la plaza del puerto de Ostia, situado a la desembocadura del río Tiber y a la sazón puerto de Roma. Dejó como gobernador al aventurero vizcaíno Menaldo Guerri, y prometió al papa Alejandro VI que devolvería la plaza finalizada la conquista de Nápoles. Pero el rey Carlos VIII nunca cumplió su promesa.

Presentado ante los muros de la plaza, el Gran Capitán solicitó del gobernador su entrega, invocando la orden del papa y la promesa de Carlos VIII. Pero fue en vano. La plaza era muy fuerte, estaba bien pertrechada y mejor defendida por gente sin escrúpulos y forajidos, pero de gran valor. El Gran Capitán formalizó el sitio con 1.000 infantes, 300 jinetes y algunas piezas de artillería, que dispuso en batería en una elevación al sur de la ciudad. Roto el fuego contra los muros, en cinco días abrió una brecha por la que se lanzaron al ataque los españoles.

Los defensores se batían con tesón y valor, pero en ese momento el embajador de Castilla en la corte pontificia, Garcilaso de la Vega, atacó los muros de la plaza por el lado opuesto. Ante este segundo ataque Guerri y sus hombres se rindieron con la promesa de respetar sus vidas. Tras la victoria, el Gran Capitán entró victorioso en Roma y fue aclamado como "libertador". Una vez en presencia del papa, éste se levantó del solio y le besó en la frente. Luego le entregó la "rosa de oro", máxima distinción pontifica con la que el papa galardonaba cada año a su mejor servidor.

Al despedirse del papa hubo una escena bastante violenta. El papa se mostró dolido de los Reyes Católicos ante el Gran Capitán. Este le replicó que no olvidara los servicios que le habían prestado, y que recordara las palabras que había dicho hacía poco tiempo: "Si las armas españolas me recobraban Ostia en dos meses, debería de nuevo al Rey de España el Pontificado.". Y el Gran Capitán añadió que las armas españolas no tardaron dos meses sino ocho días. Y siguió atacando al papa diciendo que "mas le valiera no poner a la Iglesia en peligro con sus escándalos, profanando las cosas sagradas, teniendo con tanta publicidad, cerca de sí y con tanto favor a sus hijos, y que le requería que reformase su persona, su casa y su corte, para bien de la cristiandad."

El padre jesuita Abarca escribió que el papa quedó "turbado del espledor vivo de la verdad, enmudeció del todo, asombrado de que supiese apretar tanto con las palabras un soldado, y de que a un Pontífice, tan militar y resuelto, hablase en Roma en su palacio y rodeado de armas y parientes, un hombre no aparecido del cielo, en puntos de reforma y con tanta reprehensión."





FUENTES: